Reportaje | maite almanza
La cecina en la literatura
Numerosas obras de ficción o de estudio mencionan al salazón de vaca
Personajes populares, como María Teresa Campos, han sucumbido ante la cecina de León.
El Tratado Agrícola de Lucio Junio Moderato Columela (siglo IV a.C.) ya recoge en su capítulo 55 la existencia de la cecina. Así lo asegura el Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Cecina de León en su pliego de condiciones, un documento que recoge las características históricas y de elaboración del producto, así como el área de influencia del consejo. El escrito también resalta que el fabulista Félix María de Samaniego (1745-1801) menciona el salazón en El ratón de la Corte y el del campo , al referirse a una casa cuyas «paredes y techos adornaban entre mil ratonescas golosinas, salchichones, perniles y cecinas».
El agrónomo Gabriel Alonso de Herrera, que escribió por encargo del cardenal Cisneros un Tratado de Agricultura General (1513), para ser repartido gratuitamente entre los labradores, dedica también un lugar destacado al salazón de carnes y la cecina, y llega a mencionar la posibilidad de cecinar la de vacuno.
Además, el autor Enrique Gil y Carrasco en El pastor trashumante vincula en 1843 este producto con la alimentación de este colectivo; como también lo menciona el que fuera cronista oficial de Astorga, Luis Alonso Luengo, en el prólogo a la Historia de la Muy Noble, Leal y Benemérita Ciudad de Astorga cuando se refiere en 1909 a las bodas maragatas. Éste último también cita a la cecina en Los maragatos, su origen su estirpe, sus modos , como mercancía que transportaban los arrieros.
El Diccionario Geográfico-Estadístico- Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850) de Pascual Madoz, en el que éste analiza todas las poblaciones de España, menciona también este producto, al igual que el Diccionario Enciclopédico de Agricultura, Ganadería e Industrias Rurales escrito por López Martínez, Hidalgo Tablada y Prieto en 1886.
Este salazón es utilizado por el Padre Isla en la descripción que hace en la segunda mitad del siglo XVIII de Antón Zotes y su alimentación en la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas . Finalmente, también aparece, diferenciada como cecina de vacuno, entre las viandas que los padres de la protagonista del Libro de Entretenimiento de La Pícara Justina ofrecen en su mesón de Mansilla de las Mulas.