De premios bien merecidos
Carta te escribo martín martínez
Querido hermano: Estoy un tanto desasosegado. El amigo José Luis, José Luis López anda, todavía, entre tubos y mecanismos extraños que intentan reponer su salud. Él que la tenía de hierro, con sus ochenta y pico a cuestas, ha tenido que pasar por la ITV, de la que espero salga pronto y darle un abrazo. Llévale un puxa de mi parte.
Como sabes, Asemac entregó hace unos días sus ya tradicionales premios anuales. Esta asociación de empresarios está dando muestras de una vitalidad envidiable, con sus numerosas acciones para revitalizar el comercio, su revista y estos sus premios anuales.
Tuvo el reconocimiento especial para la Cámara de Comercio a la que, por supuesto, pertenecen todos los asociados y bajo cuyas alas protectoras nació la asociación; al cumplir aquélla, en este 2010, los cien años de andadura se le entregó una distinción bien merecida. Del centenario ya irás enterándote que andan cerrando programación.
Listos y acertados anduvieron los encargados de realizar las distinciones. Poco te puedo decir de la empresa joven; se lo concedieron a Fenix Gym, un gimnasio que sí sé ha tenido que ampliar sus instalaciones por quedarse pequeñas las que ya eran amplias.
Nunca fui, bien lo sabes, aficionado a carreras, saltos y piruetas, que me iba más un libro que correr detrás de un balón; y ahora, con los años, aunque Viti no deja de recomendarlo me arreglo cumpliendo a medias el dicho: poca cama, sí, que llevo más de medio siglo esperando la salida del sol; poco plato, jo tío, lo que me cuesta y las broncas de la santa, razonables eh; la suela, que ahora es goma, látex o que sé yo, sí que la gasto, a pesar de lo cual la tripa parece un talibán insurgente, no hay tu tía con ella. Me alegro de ese premio, por esos jóvenes, Jonathan y su esposa, que son hijos del amigo Avelino de la Fuente, nuestro primer matador de toros, y nietos del también amigo Delfín.
Allá por los años cuarenta -”Dios, sesenta años largos-” frecuentábamos una pastelería en los números pares de la calle Pío Gullón, donde el señor Foro oficiaba de paterfamilias y lo mismo te endilgaba un rico pastel que te vendía un matasuegras o cualquier artilugio para gastar bromas; si querías una broma pesada, había que pedirle una bomba fétida para hacer el gamberro y lanzarla disimuladamente para desalojar la soporífera clase de las 3.30 de la tarde, que en llegando el mes de mayo no había cristo que la aguantara. Era buen remedio para despistarse por la muralla en un placentero paseo o lanzar papeles agujereados a los vencejos. El aroma goloso de la pastelería pasó después del fuego, que no fue purificador, a la calle San José de Mayo. Empresa, obrador de tradición donde los nietos del señor Foro, antes Félix y Forito con su hermana, han sabido mantener la tradición de los merles, que creo superan a los del abuelo. Para ellos fue el premio de la empresa tradicional.
Y me pregunto, hermano, que desde cuándo tenía merecido el de empresario del año Imagen MAS. Hace muchos, casi tantos como tiene asemac, esos rapaces, hoy sesudos empresarios, allá por los años ochenta se liaron la manta, plantaron los estudios universitarios y plantaron un estudio... de fotografía. Desde Astorga, de donde no los sacas ni aplicándole fuego en el trasero, se han hecho los amos de la iluminación de libros -”¿400, tal vez 500?, qué sé yo-”; el último, casi con seguridad el penúltimo, un gran volumen sobre la Vía de la Plata que se presentará en Salamanca el 15 de marzo; catálogos de museos españoles y europeos; de las exposiciones más señeras como Las Edades del Hombre o colaboran en las revistas más prestigiosas internacionalmente. Miguel al recoger el premio pidió a Diputación y Junta el apoyo al Sica astorgano y a la Cámara en su centenario. Del Sica y ese apoyo quería escribirte, pero se me fue el papel. Será en la próxima. Salud, hermano.