El desfile más familiar

Lunes de carnaval, jornada en la que buena parte del comercio local cierra sus puertas por la tarde, mientras que otros aprovechan para cogerse un puente, teniendo en cuenta que hoy en la ciudad es festivo. El desfile de los niños congrega a grupos de chavales dirigidos por algún mayor, grupos constituidos en colegios y otros en los que padres y madres aprovechan para disfrazarse con sus hijos y, en pandilla, salir a correr el Carnaval.

Ratoncitos al más puro estilo Disney, algunos con chupete y muchos en su silla, abejas, vaqueros, trajes de los años veinte -"con bigote ellos y peinado al uso ellas-", diseños tipo futurista y, también, terribles demonios y seres de leyenda y de historias de miedo. Quizá el influjo de la popular madrugada carnavalera que se vivió ayer en la calle hizo que este año fueran especialmente numerosas las brujas que salieron a la calle, algunas en patines en línea, otras tan feas que no necesitan disfrazarse, las más guapísimas con sus atuendos y otras... sencillamente, las otras son varones, que, por mucho que vistan faldas y traten de destacar un talle que no tienen, nunca resultarán atractivas.

Con música y menos frío. Aunque la temperatura fue baja, la sensación térmica fue más agradable en el desfile de los niños que en el del domingo. Las charangas invitaban al baile, mientras que un obispo medieval repartía besos a los que presenciaban el paso de la mascarada. Algún espontáneo atravesaba la columna de carnestolendas, pero, en cualquier caso, bastantes menos que los que se exhiben en los desfiles de mayores.

Desde las carrozas llovían caramelos, que los niños que se apostaban a los lados de la calle recogían con celeridad, confetis y serpentinas.

La Bañeza amanecerá hoy tranquila, después de otra Noche Bruja de locura. Los pequeños podrán disfrutar de un espectáculo de marionetas antes de comer y, como siempre, a la hora taurina, La Bañeza se suelta la imaginación como si de una melena se tratara para mostrar sus nuevos disfraces.