Diario de León

Reportaje | Miguel Ángel Zamora

Río sucursal, León capital

Una ingente cantidad de público abarrota las calles para presenciar el desfile de carnaval

Santiago García (Di de Sant) dejó su sello particular con una visión casi onírica del carnaval.

Santiago García (Di de Sant) dejó su sello particular con una visión casi onírica del carnaval.

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La despoblación es una falacia. León se disfrazó ayer de Manhattan, como mejor prueba. Tal era el gentío que poblaba las principales calles del centro de la ciudad, con triples, cuádruples y quíntuples filas en las aceras, a seis grados de temperatura a las ocho de la tarde, simplemente para despedir los fastos de Don Carnal.

Ver pasar el cortejo completo requirió alrededor de 75 minutos por barba (que había muchas postizas arriba y abajo de las aceras). No pasará a la historia la edición de este año por la extraordinaria calidad media de los diseños, pero es de agradecer que en los tiempos que corren al personal le dé por echarle imaginación a la vida.

Y así la matruskas de rojo y negro que ya se dejaron ver el domingo en Pinilla abrieron la procesión multicolor. Las cartas del póker esperaron su mejor mano, Trobajo del Cerecedo añadió valor a la imaginación y pese al frío escenificó Cantando bajo la lluvia con agua real y una coreografía bien preparada que en las últimas filas se ejecutó por intuición.

Las moliendas del café y los eternos paréntesis fueron todo uno antes de que irrumpieran en la noche los reyes del Carnaval en versión de más de 60 años. De los dos grupos de mexicanos comparecieron primero los ataviados en naranja. Luego llegaron Los Tucanes de Mansilla y la versión trepalense de El Fary se mostró mucho más movida en la capital que el domingo en San Andrés. Ciclistas, Legio VII, la Familia Adam-™s envolvió Ordoño II con el sonido de Michael Jackson (también pálido, también desaparecido) y con las plantas y el sol resucitaron los sonidos de Jean Michel Jarré, carne de nostalgia.

Volvió el baño de burbujas (globos mediante). Los vecinos de La Asunción y Cantamilanos inventaron la carroza protesta y cargaron contra las antenas a los acordes fantasmagóricos de Thriller y a dos efectivos de Protección Civil que cruzaron la acera les tocó sufrir la eterna chufla: «¿Y ese disfraz, de dónde lo has sacado?». Poca originalidad.

Crítica social. Los loros debutantes el domingo se hicieron acompañar de corsarios el martes y al paso de «Los invisibles» y sus brotes verdes (un grupo que protesta contra la mala situación económica de la patria) una bruja con abrigo de visón gritó desde la acera: «¡Tranquilos, que este país ya lo arregla Zapatero!».

León Leal acompañó a la carroza de los Príncipes Infantiles del carnaval, con evidentes gestos de aburrimiento en alguno de los pajes de la corte y a los amigos del Camino de Santiago les salió una catedral muy colorista. Di de Sant dejó su sello en una representación onírica de los personajes de la fantasía, antecedido por la Asociación Tres Silvares y precedido por el Ampa de Luis Vives.

De las dos versiones de iglús y otras construcciones gélidas, la primera la aprovecharon Emma Rosa Posada, Miriam García y el resto del equipo de La 8 de Televisión León para tomar material para León es así y Villar de Mazarife se marcó otro iglú para aumentar la competencia en construcciones polares. Todo estupendo.

Una suerte de Braveheart a la leonesa flanqueado por animales mitológicos fue preparando el contrapunto final al desfile, que se encargaron de cerrar Méizara y su palacio, al más puro estilo de la corte francesa, justo en el momento en el que Curro Jiménez y toda su trouppe pasaban por los alrededores del desfile.

La versión en amarillo de los mexicanos y una reina del carnaval muy coreográfica y rosada (Barbie girl de nombre) completó la sesión.

El otro desfile. Por detrás, empezó el desfile de la otra cohorte: la del ejército de la limpieza que el Ayuntamiento de León distribuyó con tanta eficacia como diligencia para que, apenas cinco minutos después del paso de la serpiente de colores, no quedara vestigio alguno de los cientos de kilos de pipas consumidos en la espera, de los kilos y kilos de bolsas de plástico lanzadas al suelo, que las papeleras están lejos y de las serpentinas y confettis. Es la parte oscura de la fiesta, no por ello menos importante.

Cerrados los fastos previos al Miércoles de Ceniza, la Cuaresma se apodera desde hoy del calendario. León se prepara para vivir sus verdaderas y más intensas fiestas dentro de cuarenta días. Y cuarenta noches.

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