Reportaje | P. Infiesta
Caridad a ochenta kilómetros de León
En 1997, el consejo provincial de las Hijas de la Caridad constató las dificultades que tenían algunos pueblos leoneses para participar en la misa dominical. En el caso de Mata del Curueño, el párroco celebraba la eucaristía los sábados a las seis de la tarde, en un horario acaparado por las tareas de recogida del ganado que implicaba que los feligreses se tuvieran que cambiar de ropa antes y después de acudir a la iglesia, y que se tradujo en una baja asistencia. Para salvar esa situación, las religiosas propusieron al obispo colaborar en las celebraciones y comenzaron su tarea en Quintana de Rueda, Villamondrín, Valdepolo, Villaverde de la Chiquita y Quintana del Monte, en sintonía con el párroco, que tenía 70 años. Desde el 2003, atienden las 17 localidades de la unidad pastoral de Almanza con un equipo de cinco Hijas de la Caridad, una Teresiana y una Trinitaria, que se desplazan en varios vehículos para cubrir distancias de hasta 80 kilómetros al pueblo más alejado, Robledo.
Consuelo Ajenjo recuerda que hace trece años no fueron muy bien recibidas en los primeros pueblos porque «todos los vecinos querían tener un cura para dar la misa. Se resistían a perder también al párroco, tras haber visto desaparecer