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Reportaje | maría carnero

El otro encuentro

Las vírgenes de La Garandilla y la de Valdesamario se volvieron a encontrar el Domingo de Pascua en una romería recuperada por segundo año tras cinco décadas

Una veintena de pendones participaron en la romería

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León

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El sol también se sumó al ambiente de fiesta con el que amanecieron los vecinos de La Garandilla y Valdesamario, momentos antes de la celebración de la que para ellos es un logro conseguido con mucho esfuerzo, ilusión y trabajo, su romería. Por segundo año, y gracias al Ayuntamiento de Valdesamario, a su Junta Vecinal, al Instituto de Estudios Omañeses, y la colaboración de la Asociación de Pendones Reino de León, esta zona de la montaña de occidental, ha recuperado una de sus tradiciones más bellas, dormida desde hacía ya casi cincuenta años. La conocida como «Catedral de Omaña», cuya torre fue restaurada el año pasado, fue testigo con el repique de sus campanas de la salida de la Virgen de las Angustias, adecuadamente ataviada por las mujeres del pueblo. Acompañada por cánticos y por el son de la chifla y el tamboril, tocados por el músico omañés David Álvarez, se inicia la marcha a la que acompaña una veintena de pendones, procedentes de distintos puntos de la provincia, como la vega del Esla, el Bierzo, comarca de Omaña y ayuntamientos limítrofes, como Rioseco de Tapia. Tras recorrer el kilómetro y medio que separan ambas localidades, las mujeres de Valdesamario, que portan a la imagen de la Virgen del Rosario, dan la bienvenida a sus vecinas de La Garandilla con las que rivalizan en el adorno de los ramos y en los cánticos populares y religiosos. Este es el momento más emotivo de la romería, en el que se encuentran las dos imágenes así como las gentes de ambas localidades, para dirigirse al interior de la iglesia y celebrar allí la Eucaristía. Terminada la misa, los vecinos compartieron la comida que este año sorprendió a todos con una rica paella, de la que se sirvieron unas 300 raciones.