Diario de León

Retablo Leonés | enrique alonso pérez

Picaresca en el Camino

La historia jacobea no se libra de las tretas de los más espabilados hacia los incautos peregrinos

Uno de los numerosos postes del Camino adornado con enseres de los peregrinos.

Uno de los numerosos postes del Camino adornado con enseres de los peregrinos.

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En nuestra sexta y última entrega sobre el peregrinaje jacobeo, ponemos de relieve la picaresca, que fue parte consustancial al Camino, como corresponde a los modos de la época.

Pero la gran masa andariega, aquella que respondía al reclamo santiaguista movida por los prodigios que cambiarían su vida, o en cumplimiento de un voto puntual, tuvieron que soportar a lo largo de la Ruta, no sólo los inconvenientes físicos de las largas caminatas diarias, sino las continuas trampas y engaños a que les sometían la larga legión de truhanes especializados en el arte de la picardía, cual expertos alumnos adiestrados en el patio de Monipodio.

La picaresca, pues sentó sus reales a lo largo y a lo ancho del Camino, dando lugar a cinco grandes variantes en el pícaro oficio, que la tradición recoge de esta manera:

1397124194 La mendicidad. La elegancia social de la limosna. Conocedor inmejorable de las costumbres, momento oportuno y sicología de la época, la figura del «auténtico» falso peregrino llena la picaresca del Camino de Santiago, fingidor de males para más mover a compasión y explotador de la piedad cristiana. Esta fauna de granujas, común a todas las rutas de peregrinación, se mantiene con toda la desvergonzada lozanía hasta fechas muy recientes. Con sus mañas y gritos lastimeros (era costumbre pedir a gritos) lograban conmover los ánimos y aflojar las bolsas de quienes pasaban por las sendas de peregrinación.

1397124194 El primum vivere. La figura del echador. Existían en Astorga, en los siglos XVI y XVII, seis cofradías (San Esteban, Santa Marta, San Félix, Los Mártires, Hábeas Crhisti y San Nicolás), que el once de julio de 1521 se ven precisadas a reunirse para adoptar medidas contra los abusos de estos pícaros personajes, acordándose la contratación de un «echador» que con manu militari , desalojaba a los maulas y gorrones de los recintos hospitalarios, corriendo a cargo de todas las cofradías el costo de tan expeditivo servicio.

1397124194 Los pecados de la carne. En el Camino de Santiago existía una gran desconfianza a las parejas que llamaban amancebadas, lo prueba, desde los dichos camineros, a la mujer romera, qebralla la pierna , hasta las feroces disposiciones de las ordenanzas para reprimir y obstaculizar los amoríos en los hospitales. Las mismas dificultades y saña con que eran reprimidas estas uniones, por lo común entre gente de poco pelo o baja estofa, le añadían un incentivo al aparejamiento y le forzaban a una existencia apicarada.

1397124194 Los mesoneros, oficio de mala fama. En el Camino Francés, dan gato por res . Es el dicho más popular sobre la picaresca del Camino de Santiago y que más ha permanecido en España. Trasunto de aquel otro dicho, que también se conserva y reza: «Ave de paso, garrotazo». La necesidad imperiosa de alimentarse y cobrar fuerzas para las rudas etapas que les aguardaban, hicieron también que los estómagos se acostumbrasen a cualquier condumio más o menos digestible. La adulteración y engaño más frecuente se hacía con el vino. Era antiquísima costumbre la de tomarlo aguado y se generalizó a lo largo de la Edad Media: El vino con agua es salud de cuerpo y alma .

1397124194 La picaresca de la Iglesia. El pícaro mundo de las reliquias . En una senda penitente y ávida de prodigios, la multiplicación evangélica de los panes y los peces no es nada con la comparación de las reliquias y pasmosa ubicuidad, en el Camino Francés. Tolerancias del Cabildo, picardías de sacristanes y de guías conocedores de idiomas dieron pie a que se mostraran otras reliquias inverosímiles de nuestro apóstol. El hacha con que le fue cortada la cabeza, sandalias y un centenar de invenciones, como la del origen de las huellas de los dedos en la columna del Pórtico de la Gloria en la que siguen metiendo los dedos los peregrinos y de las que se dicen que son «las marcas de los cinco dedos de nuestro Señor, cuando cambió la iglesia, porque antes el altar mayor estaba hacia levante».

Y quiero terminar, este ya largo apunte jacobeo, haciendo votos por que nuestro Camino de Santiago, ese compendio de culturas encabezado por la impronta del Cluny benedictino y secundado por todas las que el arte universal haya podido imaginar, siga marcando rumbo a esas almas peregrinas que si hoy, su conciencia no les exige tanta perdonanza, bien merecen gozar de una visión de conjunto contextuada en el turismo cultural, gastronómico y social, que se ofrece con prodigalidad en cada rincón de nuestra Ruta. Hay que aprovechar el Jacobeo 2010, pues hasta el de 2021 no habrá otro año santo.

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