Una boda con tintes del ayer

La tradicional boda lacianiega celebrada en la Iglesia de San Miguel atrajó ayer a un gran número de personas que no quisieron perderse esta actividad y volver a celebrar esta ceremonia como en el siglo pasado.

Este año, los contrayentes de esta singular boda fueron los vecinos de San Miguel, Laureano Castro e Inés López, que renovaron sus votos tras 50 años de casados, donde el volteo de la campana de la iglesia señalaba que era un día grande de fiesta en la localidad.

La hora de esta celebración estaba marcada para la una de la tarde, y como en cualquier otra ceremonia de estas características, el novio, minutos antes estaba en la puerta de la iglesia, acompañado por la madrina a la espera de su amada. La novia llegó del brazo del padrino en un carruaje tirado por caballos, y una bonita decoración, tal y como hace cien años. Aunque la tradición marca que la novia siempre llega tarde, en esta ocasión Inés López no se hizo esperar. Tanto los novios, como los padrinos iban ataviados con la ropa típica tradicional de antaño, como marca la conmemoración de este acto.

Tras esta emotiva celebración, a la salida del templo, los novios fueron elogiados con canciones antiguas de boda, a lo que se le conoce como el canto del ramo, interpretado en esta ocasión por dos jóvenes lacianiegas, Raquel y Laura. Para después partir hacia La Casona de San Miguel y repartir la tradicional recha, que se basa en una rebanada de pan con mantequilla, tal y como se hacía en aquellos años. Asimismo, los asistentes pudieron disfrutar de una exhibición de bailes regionales.

En esta ocasión, las buenas condiciones meteorológicas hicieron de este día una jornada agradable para disfrutar de un domingo diferente y adentrarse en el siglo pasado.

Esta tradicional boda, que cada vez atrae a más curiosos se incluye dentro del programa de actos del mercau tsacianiegu que se celebró este fin de semana en la Casona de San Miguel, como ya es costumbre, y que está organizado por los artesanos de Laciana.