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Reportaje | ana g. valencia

Patos que «se van» por patas

Indignación vecinal en Velilla de la Reina por la desaparición de patos y ocas

El estanque ha sido vallado y cerrado con alambre para evitar que desaparezcan las aves.

Publicado por
León

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Hay ladrones de guante blanco, otros menos habilidosos, y ahora en Velilla de la Reina han descubierto una nueva modalidad. Es tanto lo que a veces los humanos y los animales nos parecemos que un zorro también puede ser ladrón o eso creen en la localidad desde que faltan patos del estanque. Lo característico de estos robos, cuyas víctimas son los patos de la Laguna de los Pozos, es que el raposo es un depredador que devora a su presa en el mismo lugar donde la ataca y por lo que comentan en Velilla sólo se tiene constancia de un pato devorado en las inmediaciones de la laguna, de los ocho que han desaparecido desde primavera. Esta es la versión oficial, que culpa a los zorros que hay en los maizales como los supuestos «ladrones».

La laguna data de principios del siglo pasado, construida por los vecinos del pueblo, con un perímetro de trescientos metros y que se utilizaba como embalse de riego. Hasta los años setenta sirvió de embalse, aunque en la actualidad mantiene esta función en menor medida.

La tradición de estas aves en el estanque se remonta a que los vecinos de Velilla dejaban allí sus camadas de patos y cuando caía el sol iban a recogerlos. «En ocasiones los patos ya conocían el camino y las camadas volvían solas a las casas de sus dueños», comenta un vecino de la localidad. Esta bonita tradición, que desde la última primavera ha intentado recuperarse, llevando de nuevo aves al estanque, parece que está propiciando un auténtico festín para el ladrón. En el mes de mayo, había siete patos en el estanque y desaparecieron cuatro, en junio se llevaron ocho patos más y cuatro ocas. Otros cuatro patos desaparecieron poco después, en total ocho patos y dos ocas. Desde el Ayuntamiento de Cimanes, al que pertenece Velilla, se decidió alambrar el estanque, que antes estaba bordeado de unas simbólicas vallas de madera. Sin embargo, los robos no han cesado y el pasado jueves 12 de agosto alguien se llevó dos de las cuatro ocas. En el pueblo comentan que no es la pérdida económica lo que molesta, ya que el coste es mínimo, sino el disgusto para niños y mayores que los visitan a diario para darles de comer. Estas aves están acostumabrados a que los vecinos y visitantes se les acerquen para fotografiarlos. Un disgusto, por otra parte, expresado en un cartel con una adverticia al raposo . Sea de cuatro o de dos patas.

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