Diario de León
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Carta te escribo martín martínez

Querido hermano: No sé, no sé; y es que leyendo las notas que en los papeles ponéis desde León uno se queda al bies. Más de dos años ha que te escribía diciendo que el colegio de los Padres Redentoristas, cerrado entonces, podría acoger un hotel, servicio del que, a pesar del bueno existente, estaba necesitada Astorga. Otros pensaban lo mismo, sin que tu hermano lo supiera y aquel pensamiento ya está en práctica. Como bien sabes se está rehabilitando para tal fin dicho colegio y buena parte del monasterio, que dicen tendrá cuatro estrellas, hasta con baños termales, con nombre raro: spa.

También te he escrito, querido, en más de una ocasión apostrofando contra la congregación. Hay que reconocer que mantiene un espacio singular en la ciudad, recuperando aquel vetusto y derruido monasterio franciscano; que ha dado prestigio a Astorga con su escuela de Teología en la que brillaron gentes como el padre Dorado, el padre Ángel Luis y otros muchos; que fueron muchos los rapaces de la contorna que pudieron aprovecharse de sus saberes para triunfar en la vida. Pero hemos de reconocer que su presencia en Astorga ha sido demoledora para el patrimonio de la ciudad. Pues allá por 1907, un Ayuntamiento depauperado se dedicó a vender trozos de muralla; los Redentoristas aprovecharon la ocasión y se hicieron con el paño que iba desde Puerta Sol a la trasera de San Bartolomé. Tres mil y pocas más pesetas costó esa frontera haciendo de intermediario un José Berciano que cedió la propiedad a la congregación, pasando a ser suya el 29 de diciembre de dicho año.

Los Redentoristas se aplicaron con resolución e interés a rebajar la muralla con diversos operarios y el entusiasmo de los muchos colegiales que participaban activamente en el murallicidio . Fotografías hay por ahí que corroboran el desaguisado cometido. Claro, hermano, que eran otros tiempos; buena parte de los intelectuales astorganos de entonces -”siguiendo una corriente nacional-” creían que la muralla era un corsé que ahogaba a la ciudad y evitaba el progreso al constreñirla entre sus muros.

Así que la cerca tras el convento redentorista se rebajó, bien rebajada, y años después sobre lo poco que se perdonó se construyó una terraza-paseo bien posteada para darle amplitud. Con la compra, el derribo y cierre por ambos lados se evitó el paso de gentes extrañas por el adarve -”ahora desaparecido-”; se proporcionaba amplia ventilación al piso bajo y magníficas vistas hacia la vega del Tuerto a los paseantes. Y ahora, con este nuevo destino, la ponencia técnica de la comisión territorial de Cultura proponía reducir a la mitad dicha terraza y sacar a la luz lo poco que existe de la vieja muralla. Dos miembros de la comisión de Patrimonio, el arqueólogo Celis y el arquitecto Algorri, se han opuesto a ese arreglo. Por lo leído, si no interpreto mal, Celis y Algorri no dieron su voto a la propuesta de la ponencia porque van más allá. Desean que desaparezca totalmente esa terraza furúnculo que le surgió a la muralla dolosamente derruida. Y parece que cualquier decisión de la comisión debe aprobarse con el voto favorable de todos los miembros. Por su parte, la empresa promotora ha decidido no llevar a cabo su intención de eliminar parte de la terraza. Sin embargo, creo que un proyecto que existía para la colocación de un ascensor debiera tratarlo con más atención la comisión de Patrimonio.

Es, hermano, meterme en camisa ajena que difícilmente volverá a ser propiedad municipal y por tanto del pueblo; pero aún esos restos son como un ropón ciudadano que, con sus rotos y falto de mangas puede, y debe, revertir aunque solamente sea visualmente al pueblo. Tal vez tengan razón los que votaron a favor de la ponencia que no sabemos en qué términos está redactada. Y ante esa duda, como uno no puede aclararse me decanto por la que más me complace: dejar a la vista lo más posible de nuestra cerca.

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