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El calvario del querido profesor

La prensa norteamericana desvela el contenido de una carta enviada por la Universidad de Princenton al leonés Antonio Calvo pocos días antes de su suicidio

El profesor Antonio Calvo.

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León

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La polémica sigue rondando la muerte del leonés Antonio Calvo, el profesor de la Universidad de Princeton que se quitó la vida el pasado 12 de abril y cuyos restos reposan ya en Benavides de Órbigo, localidad en la que nació hace 45 años y en la que reside su familia. Según publicó el pasado martes The New York Times, la universidad, de la que fue despedido seis semanas antes de acabar el semestre, le envió una carta en la que decía haber recibido informaciones que apuntaban a una conducta «extremadamente problemática e inapropiada» por su parte en el trabajo. Hasta ahora, poco se conocía sobre los motivos por los que había sido despedido de la prestigiosa universidad, más allá de los rumores publicados en blogs y diarios desde su inexplicable suicidio. El periódico norteamericano obtuvo una copia de la carta enviada por la presidenta del Departamento de Lengua y Cultura Española y Portuguesa de la universidad de Nueva Jersey, Gabriela Nouzeilles, en la que se le informaba de su suspensión inmediata.

En esa carta, con fecha del 8 de abril, Nouzeilles asegura tener «información de múltiples fuentes» sobre su conducta «extremadamente problemática e inapropiada», y le informa de que la universidad le está investigando por ello, por lo que se le prohíbe entrar en el campus y le pide que devuelva las llaves de su despacho. Además, se le ofrecía mantener una reunión el 11 de abril para defenderse de las acusaciones.

El rotativo neoyorquino, que recuerda que por el tipo de visado de trabajo con el que Calvo vivía en Estados Unidos éste habría tenido que volver a España, también publicó unas notas que el propio profesor escribió en su libreta un día antes de recibir la notificación de su suspensión.

«La tortura emocional de los largos meses de espera se ha vuelto insoportable en mi trabajo», expresó el profesor que llevaba dando clase de español en la universidad durante más de una década.

«Es mejor dejarlo aquí en lugar de seguir en este camino hacia una mayor tortura, quedando expuesto como si yo fuera culpable de un crimen cuando en realidad el comité (de la universidad) rechazó ver el mérito de mi trabajo y se centró solamente en el hecho de que levanté la voz a mis subordinados», escribió el profesor según ese diario neoyorquino.

La Universidad de Princeton, que este año tenía que decidir si renovaba el contrato de Calvo para continuar al frente del programa de lengua española, organizó una comisión para investigar las alegaciones de conducta inadecuada, según reveló la decana de esa institución educativa el 25 de abril, sin ofrecer más detalles sobre el despido del español, que ha hecho correr ríos de tinta.