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El celo despista al urogallo

Casos como el del ejemplar de hembra cedido al Centro de Cría de Redes son más frecuentes en poblaciones en declive y se dan en época de reproducción

La hembra sociable de León, en manos de un trabajador del Parque Natural de Redes.

Publicado por
A. Domingo | Redacción
León

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El Principado de Asturias tardará al menos una semana en determinar si la hembra de urogallo cedida al Parque de Redes por la Junta de Castilla y León es un ejemplar de especie subcantábrica o no, según confirmó ayer la Consejería de medio Ambiente del Ejecutivo asturiano. Según confirmó el trabajador del centro de cría Enrique Calvo, aún no se ha puesto nombre a este ave, que se encuentra bien, y tras su llegada al centro «se le dejó tranquila en los jaulones».

Para Calvo, vecino de Caliao y empleado del centro de cría que intenta conseguir ejemplares para la repoblación de la cordillera cantábrica, antes «había más urogallos y no se acercaban a las personas. De hecho, una hembra que tenemos en el parque que se crió en cautividad siempre se ha mostrado esquiva». Sin embargo, el trabajador señala que otro ejemplar se encontró en parecidas circunstancias en Lillo «el año pasado» y el caso de Mansín, que paseó por los pueblos de Caso hace tres años -”existe un reportaje de Televisión Española en youtube.com que explica el caso, titulado Urogallos con escolta -”.

Y es que los expertos en la especie consultados sobre la hembra de urogallo sociable apuntan que no se trata de un caso aislado. Se desconocen las causas de este comportamiento, que antes suponía para el ave despistada caer en las garras de un depredador o en la olla del primero que la pillase, si bien es más frecuente que se produzca en poblaciones en declive, como es el caso del urogallo cantábrico.

Se cree que la presencia humana en los montes también influye en una anomalía que no obedece a razones genéticas ni a enfermedades y que se produce en época de celo, cuando buscan el contacto con otros animales de la misma especie.

Frente a la humanización del monte, en los centros de cría en cautividad es norma que los animales criados no vean a sus cuidadores y, así, el alimento les llega por un tubo e incluso se simula el pico de la especie si hay que dar de comer a un polluelo, con el fin de que no se acostumbre a la presencia humana y tener mayores garantías de éxito una vez se introduzca al ejemplar en su hábitat.

La urogallina cedida al Parque de Redes -”los especialistas coinciden en que se debe decir hembra de urogallo, único término que el Diccionario de la Real Academia Española recoge para el ave-” será un buen ejemplar para la reproducción si realmente se trata de un ejemplar de subespecie cantábrica -”son precisos análisis genéticos para determinarla, dado el parecido entre las variedades de esta gallinácea-” precisamente por su acostumbramiento al hombre. Si las crías no deben ver al hombre, las madres sí y es necesario que no sufra estrés para una correcta fecundación y cuidado de los huevos.

Lo que aún está por determinar es si este urogallo hembra visitante de pueblos se habituará a que la monte un macho de su misma especie. Quizá no se sepa hasta el año que viene, ya que los análisis genéticos podrían no conocerse hasta pasada la época de celo. Si no se tratara de un urogallo cantábrico, el animal podría terminar en un zoológico, con fines de educación ambiental.

Por último cabe destacar que la razón para no revelar el pueblo en el que se encontró el ejemplar trata de evitar que la localidad se convierta en lugar de peregrinación para quienes desean conocer a la especie en estado silvestre, con la consiguiente molestia para un ave protegida y los posibles daños que en su hábitat pudieran causar las personas.

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