hospital de órbigo
Sin justas sí, pero medievales
José Pedro Luengo, gerente de Paso Honroso, será el Mantenedor este año
Cuenta la tradición que sobre el magnífico puente de Hospital de Órbigo, un caballero leonés, llamado don Suero de Quiñones, protagonizó, en el año de 1434, uno de los últimos Pasos de Armas, estableciendo, el denominado Passo Honroso que reza el Quijote: «Digan que fueron burlas las justas de Suero de Quiñones del Paso...».
Con tales premisas y orgullosos de su particular historia, los vecinos de Hospital rememoran cada año una gesta donde el medievo cobra fuerza como en ningún lugar de la provincia merced a un fin de semana que transforma al pueblo literalmente. En su décimo quinta edición, cargada de novedades, será José Pedro Luengo Manjón, gerente de la sociedad Paso Honroso, el que ostente el privilegio de ser Mantenedor, «porque siempre ha estado vinculado a la fiesta, por su inmaculada trayectoria profesional y porque su empresa es una de las más importantes de la zona», puntualiza el todavía alcalde en funciones, Miguel Cordón, quien anuncia que pese al cambio de nombre de la celebración -Medievales 2011, otrora Justas Medievales del Passo Honroso- el espíritu «es el mismo, así como el tradicional mercado, la cena o el torneo».
Sí se han llevado a cabo pequeños cambios, como la empresa que organiza el mercado, algunos de lo actos del programa y quizá el más significativo, el presupuesto, que pasa de los 80.000 euros de pasadas ediciones a los 30.000, «austero, adaptado a los tiempos que corren, pero donde no llega el dinero sí lo hace la ilusión de la gente, especialmente implicada este año», asegura el regidor.
30.000 personas. Desde el consistorio calculan que a lo largo del fin de semana visiten Hospital de Órbigo alrededor de 30.000 personas atraídas, sobre todo, por el torneo medieval al que arropan valientes caballeros, pendones, insignias y estandartes, gaiteros, tambores, cetreros, damas y cómicos.
Aunque el mercado también se cobra su particular protagonismo. En él es fácil encontrar los más insólitos productos artesanales, así como una multitudinaria y polícroma amalgama de olores y sabores: jabones, hierbas aromáticas, aceites, dulces, licores... Los hay que leen las manos, otros confeccionan marionetas y, para los más pequeños, infinidad de juguetes en madera que desafían constantemente las leyes de la gravedad.
Conciertos de música, exhibiciones de cetrería, representaciones teatrales, pasacalles o misas en latín completan la singular oferta de la villa en honor a don Suero de Quiñones en unas fiestas declaradas de interés turístico regional.