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El campo pierde terreno

El 65% de las explotaciones agrarias de la provincia han cerrado en la última década

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d.l. mirantes | león
León

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Se sabe en todos los pueblos, pero ayer se puso en negro sobre blanco. El Instituto Nacional de Estadística (INE) hizo pública la revisión del Censo Agrario con fecha del 2009. El diagnóstico es grave. En León se han cerrado 27.198 explotaciones en una década, casi el 65% de los negocios del sector primario han desaparecido y la tierra cultivada ha mermado cerca de un 30%. El campo se jubila y no encuentra relevo mientras los desajustes entre las políticas agrarias y la producción siguen lastrando la fabricación del producto de mayor necesidad: el alimento.

«La situación es crítica, la incorporación de gente joven brilla por su ausencia», afirma el secretario general de Ugal-Upa, Matías Llorente. En los últimos cinco años más de 700 agricultores han cogido la jubilación anticipada y la edad media del sector es demasiado alta para garantizar la supervivencia de la actividad. Por contra, en los últimos años se han registrado tasas de incorporación de entre 35 y 45 trabajadores, que no llegan para hacer frente a tasas de abandono superiores a los 125 profesionales por año.

No obstante, ya no es tanto el rigor de la actividad agrícola lo que espanta a los jóvenes como la falta de modernización y de seguridad financiera. La tecnología ha facilitado en gran medida las tareas del sector primario, pero los avances no han ido acompañados de políticas capaces de presentar la agricultura como una salida profesional oportuna.

En cambio, abunda la «gente que son jubilados y siguen cobrando la PAC, que solicita la PAC y está en otro régimen, que plantan chopos para biomasa de los que sólo se beneficia el propietario o que han abandonado el trabajo en explotaciones no competitivas, pero siguen cobrando la PAC», denuncia Llorente.

De acuerdo con este histórico sindicalista del campo leonés, las erradas políticas agrarias son la principal causa de que cada vez se vean menos tractores en el paisaje de la provincia. «Ahora mismo somos unos 8.300 apuntados en la Seguridad Social Agraria», mientras que son 14.727 son los que perciben ayudas de la PAC. Es decir, alrededor del 40% de las explotaciones subvencionadas no cuenta con trabajadores cotizando como agricultores.

La falta de mano de obra para el campo tiene otros efectos como la concentración de la superficie en explotaciones cada vez mayores. La producción «se centra en zonas de modernización, donde los ganaderos y agricultores pueden acceder a las tecnologías». Esto provoca que los terrenos de la montaña y de secano se cultiven exclusivamente para cobrar ayudas.

Esta concentración deriva en desequilibrios poblacionales en el medio rural y afecta al tejido social y empresarial. El declive de la actividad agraria penaliza a las empresas auxiliares que dan servicio al sector primario. Muchas tienen que echar el cierre y empujan a sus titulares y empleados a emigrar a otras zonas. «No tienen sentido que queden cuatro para cultivarlo todo cuando son las pymes las que fijan el tejido social».

No obstante, no todo son lamentos en el campo y muchos proponen soluciones para una actividad a la que ven mucho futuro. «Ayudas a los que trabajan y no este desacoplamiento que provoca muchos abandonos; Que los derechos históricos desaparezcan ya y que se subvencione lo que haga cada agricultor o ganadero». Una reivindicación que persigue ser más competitivos para poder mantener vivo el sector primario en la provincia porque «la clave del desarrollo la da el tener qué comer».