La Guardia Civil cierra la investigación sobre la muerte del minero leonés en Cerredo
Más de un millar de mineros de León y Asturias pararon ayer su actividad en señal de duelo por la muerte del picador de Villaseca de Laciana, Rafael Otero, de 35 años, que falleció el pasado lunes en el interior del pozo Cerredo, al parecer por asfixia. Aunque aún no se ha desvelado el contenido de la autopsia realizada en el hospital de Cangas de Narcea (Asturias), los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil confirman que ya han cerrado la investigación y que todo parece indicar que el minero murió por una fuga de gas metano (grisú) o por una escasez de oxígeno («maleza», en el argot minero) en la galería donde fue encontrado por sus compañeros. Las mismas fuentes señalan que el joven fue hallado sentado y presentaba, en apariencia, síntomas de asfixia.
Por su parte, la empresa, Coto Minero Cantábrico, perteneciente al Grupo Alonso, lamenta el suceso y explica que todos los trabajadores de este pozo de interior llevan grisómetros para detectar la posible presencia de grisú. También señalan que la zona nueva de avance, donde se situaba el taller de La Berta en el que trabajaba Otero, constituye el punto más crítico de la mina porque no está dispuesta aún toda la ventilación.