Diario de León

La marcha minera defiende el empleo en Laciana y rechaza a los ecologistas del 15-M

Un grupo de mineros se enfrenta a los acampados del 15-M en presencia de la Guardia Civil en Sosas de Laciana

Un grupo de mineros se enfrenta a los acampados del 15-M en presencia de la Guardia Civil en Sosas de Laciana

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D.L. Mirantes | León
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En la acampada de Sosas de Laciana se vivió ayer el primer episodio de tensión desde que a principios de esta semana un grupo de ‘indignados’ llegara para protestar contra la problemática medioambiental que rodea a las explotaciones mineras a cielo abierto. Su llegada ha levantado ampollas en un valle en el que la minería es el yacimiento básico de empleo para miles de personas.

A las cuatro de la tarde unas 130 personas acudieron a la «marcha pacífica» que los ‘indignados con los indignados’ habían convocado horas antes para ir al campamento del 15-M en Sosas de Laciana. A las 17.20 llegó la manifestación al pueblo donde el cordón policial del Grupo Rural de Seguridad (GRS) de la Guardia Civil les cortó el paso. La marcha se detuvo y sólo diez integrantes de la marcha accedieron a la zona de bienvenida de la acampada, donde cerca de 150 personas se habían constituido en asamblea y esperaban detrás del lema «Por un futuro abierto para Laciana».

Los presentes recibieron a los mineros con aplausos, antes de que un portavoz de la acampada les leyera su comunicado. «Quien quiere defender las montañas de su destrucción, quien trabaja en un cielo abierto con miedo a los constantes eres que pactan Victorino y los sindicatos, quien trabajó toda la vida en interior y ahora está prejubilado, quien es funcionario, camarero o ganadero, quien teme que no hay futuro para sus hijos y quienes venimos a apoyarlo y a hacer visibles estos problemas, somos todos lo mismo», rezaba el texto. «Yo nací en este valle, yo tengo ganado, yo estoy todos los días en el monte y ando a caballo, eso lo conservé desde que era neno y lo tengo yo gracias a mí», explicaba el primer minero en tomar la palabra dentro del corro de acampados. «Se puede sacar el carbón y ese monte puede quedar bien otra vez, lo que hay que exigir es eso, que se quede en las mismas condiciones», continuó.

Durante cerca de media hora se mantuvo el debate entre ambas partes, que terminó por dividirse en una decena de corrillos en los que los integrantes de la marcha debatieron con los acampado sobre los cielos abiertos, la conservación del valle, el futuro y el presente laboral o las alternativas a la minería.

Treinta metros y veinte antidisturbios más atrás, el centenar de concentrados lanzaba amenazas e insultos contra los acampados. «Tenéis dos soluciones: Marchas o marchar»; «¿Quién os pidió ayuda?»; «Dadle caña a ellos»; «Perros de los verdes, venís engañados». Eran algunas de las consignas que se escuchaban bajo la pancarta de «Laciana es negra, fuera los verdes». A las 18.25 horas, los diez mineros que habían entrado volvían a la marcha acompañados de la alcaldesa de Villablino, que había estado al frente de la manifestación y que accedió al recinto a buscarlos para evitar que aumentara la tensión.

Tras la vuelta de los mineros la asamblea decidió devolverles la visita. Otra delegación de diez acampados traspasó el cordón policial y se internó en la manifestación a las 19.00 horas. Diez minutos más tardes un mando de la Guardia Civil ordenó su desalojo, que tuvo lugar entre gritos de «fuera, fuera».

En la entrevista, uno de los indignados intentó aclarar por qué estaban allí. «Esta iniciativa nació en Madrid...», intentó explicar en varias ocasiones, pero los gritos de los manifestantes cortaban el discurso. «El 15-M denuncia las corruptelas, vosotros no sois de esos, sólo estáis aquí por Barrero», les gritaban.

Sobre las 19.23 ambos bandos se retiraron y quedó el fuerte dispositivo policial. Tras los incidentes de la tarde los indignados volvieron al campamento —que contaba ayer con 70 tiendas de campaña— y decidieron continuar con su programa de actos. A pesar de las amenazas, afirman que están dispuestos a bajar a los pueblos para hablar con la gente porque dicen querer «escuchar todas las voces y no sólo a los que más gritan».

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