Lomana: «Se notan las buenas alubias, sólo hay que ver la raza leonesa»
La cofradía gastronómica bañezana reúne en su acto anual a quince hermandades.
Obedientes del requerimiento conyugal, pertrechados con el móvil y guiñando el ojo para enfocar mejor, decenas de maridos luchaban por el hueco para fotografiar a la señora con la Lomana que paseó ayer todo su glamour por La Bañeza entre piropos y música de dulzainas y castañuelas.
La Cofradía Gastronómica de la Alubia fue la responsable de la visita de la célebre leonesa, que recogió ayer la medalla de alubiera de honor, laureles que compartió con el atleta Manolo Martínez y el chef de Paradores Daniel Turrado.
Durante su intervención en el cuarto capítulo de la cofradía, en el Teatro Municipal Alonso Pérez, Lomana reconoció amar León «con mucho orgullo», a pesar de no haber nacido en La Bañeza. Rememoró un partido de la Cultural en Logroño, donde su madre, Fefa Gutiérrez, nombrada ayer cofrade de honor, «era la que más gritaba, con mi padre abochornado». La presentadora, que se confiesa vegetariana, alabó las alubias bañezanas, «alimento que no por humilde es menos importante» y afirmó «todos tenemos que comer muchas alubias porque sólo hay que ver cómo es la raza leonesa».
La cita reunió en La Bañeza a quince cofradías gastronómicas de la provincia, Asturias, Valladolid, País Vasco o Valencia.
El alcalde de la ciudad, José Miguel Palazuelo, exaltó el «producto estrella» y presumió de restauración y gastronomía. Alabó la labor de los cultivadores «muchos de la cuarta y quinta generación» y se congratuló de poder celebrar el acto en el restaurado teatro.
Cofrades de honor. El acto también sirvió para que los nuevos cofrades juraran su cargo, cuyo incumplimiento lleva aparejado «el destierro de las bellas tierras bañezanas, cuna de la alubia, no pudiendo volver a degustar tan delicioso manjar».
Se homenajeó también a José Santoveña, Juan Antonio Ruíz Martín, Carlos Martín Cosme, y Fefa Gutiérrez, como cofrades de honor.
Antes del capítulo, las quince cofradías desfilaron acompañadas por los pendones de la comarca desde el Museo de la Alubia hasta la Iglesia de Santa María. El colorido de las capas de las hermandades gastronómicas se sumó al bullicio local, amenizado por música tradicional y bailes regionales. La jornada concluyó con una comida, en la que no faltó lo mejor para la raza leonesa.