Diario de León
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Carta te escribo martín martínez

Querido hermano: Es que en León no paráis. Que tengas salud es mi deseo; pasa recuerdos a la parienta y toda la prole, míos y de la santa; también de parte de Nolete que vino al mercado, y ya sabes, se entretuvo.

Anduve unos días entretenido con lo de la Escuela de Astorga y no me enteré de la cuestión ruidera mercaderíl que el Guti os ha impuesto. Lo de la Escuela, hermano, da para dos lecturas. La positiva, que en Astorga se mantiene la antorcha de esos «cuatro filetes del apocalipsis», aunque haya cenizos por el mundo que afirmen un olvido que no existe; ellos han sido profetas en su tierra a pesar de los olvidos nacionales de oficio. La lectura negativa, que acaso es una era demasiado trillada últimamente, y los responsables organizativos no supieron, o no quisieron buscar otros recursos que en casa tenían y se vieron obligados a saltar fuera de las murallas. Nolete, sabes lo burrín que se pone, soltó aquello de qué coños tenía que ver el de Vidriales o el nacido en Carrizo con el tema principal que era «la escuela de Astorga». Se trilló hasta dejar hecha polvo la era de la pintura en Leopoldo; se volvió a incidir en la masonería familiar sin estudiar la influencia de la misma en su literatura. No pude asistir a todas las lecciones, pues cuando andas con cierta edad, un día, fue de obligada asistencia a rayos X y electros; y la última fue viaje a Zamora para despedir a Juan Carlos Villacorta que emprendía su definitivo viaje y como sabes era Hijo Adoptivo de la ciudad. Por cierto, se me dijo que en esta última sesión nadie se acordó de mentar a Juan Carlos; y él, diez años más joven que los de la Escuela, mantuvo una larga e intensa amistad con Luis Alonso, e íntima sobremanera con Leopoldo. Pena fue ese olvido, como casi ausente quedó la presencia de Gullón y totalmente olvidado Juan; menos mal que de este se leyeron un par de poemas en una sesión alternativa, de la caja b. Público, poco, quizás debido a eso que te apunto de la trilla. Decía Nolete, quien sí asistió, que por lo menos hasta que se inaugure la «casa», bien amueblada por dentro y aseada en el exterior, sería bueno no «meneallo» más.

Y dirás hermano, a que santo carajal viene lo del oído; con esas ocupaciones dichas me despisté; pero Nolete que está en todo y lo de la ruidera mercaderil, me dice al estilo Asterix aquello de «están locos esos leoneses». Que el Guti y los suyos se han pasado; y por ende todos los leoneses. ¿Tan sensibles tenéis los oídos? ¿Os pasa lo que con el olfato y la caca de vaca? ¿Dónde se ha visto un mercado silencioso, sin que los vendedores voceen sus mercaderías? Que eso me dijo, queréis un mercado silente.

Hermano, no veo a los nietos de Manolo —aquel gitano cabal de Benavides que vendía los burros a padre, y fueron tan amigos—, no los veo, digo, acercarse a la clientela femenina, como si de espías se tratara, para ofertarle tres pares de calcetines por un solo euro. Y menos a ese fino gitano nacido en Astorga, Alfonso Reyes, mientras idea con sus pregones la trama de una nueva novela. No, hermano; el mercado es pregonar, bien pregonadas, aunque no sean tantas como pregonan, las excelencias de las mercaderías que cada vendedor tiene; y hacerse la competencia, leal, los unos a los otros. Y si el Guti y sus adláteres tienen el tímpano demasiado fino, que no se acerquen a Papalaguinda y se vayan esas mañanas a la Candamia. Claro que ha dicho Nolete que el próximo bando será para prohibir la entrada a los de Astorga (ya han llegado subidos en las carretas) por lo que pasó en la tarde del 28 de febrero de 2011, festividad de Santo Tomás de Aquino, en el estadio de la Eragudina entre la Cultural y el Atl. Astorga. «Estáis locos los leoneses»; no queréis perfumes, no queréis ruidos; no queréis perder al futbol, lo cual me parece bien ¿Qué coños queréis, hermano? Con lo cual, se me ha quedado atrás, una vez más, lo de ZP que será otro día. Cuídate.

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