Antroido a la asturiana

Los días alargan y el sembrador ya piensa en el momento adecuado para herir a la tierra y convertir la fertil vega en una sementera. La primavera trae el trabajo que se convertirá en el sustento para afrontar otro invierno y otro año. Los campos mudarán su disfraz pronto, si la sequía lo permite, y las flores serán como los penachos de los guirrios. Pero antes hay que alejar a los malos espíritus y abrir de nuevo a la vida una tierra adormilada por el invierno.

El antruejo de Llamas tuvo ayer como invitada especial a la historiadora Margarita Torres. Familiarizada con el Carnaval por su nacimiento bañezano y con el antroido por su cercanía, tanto en Velilla como en Alija. El agua del Órbigo apaga la sed, fertiliza los campos y arrastra el poso de Don Carnal. A Torres le impusieron la medalla de Guirrio de Honor con la que se ha condecorado en años anteriores a personajes como el director del Museo Etnográfico de Castilla y León, Carlos Piñel, o el consejero de Fomento, Antonio Silván.

También regaron el suelo y ambientaron la tarde los amigos de Valdesoto, en Asturias, aunque no anegaron las calles de agua, sino de sidrina y de buen humor. Ventajas de los hermanamientos e intercambios.

Como es tradicional, los guirrios hecharon mano de sus tenazas, trallas y vejigas para amedrentar a los curiosos visitantes.

Guirrios pequeños, guirrios grandes y otros seres acompañaron a la Palpahuevos, la Gomia y la Rosita y a las madamas en su ir y venir por las calles de Llamas de la Ribera. Un nutrido público observaba sus evoluciones.