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La primera fortaleza patrimonial de los Quiñones

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León

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El castillo de Benar fue bastión de los partidarios de Enrique II de Trastámara en su guerra frente a Pedro I el Cruel. Nueve años después pasó a manos de Diego Fernández Quiñones, conde de Luna, por testamento de su padre y se convirtió en la primera fortaleza patrimonial de los Quiñones. Actualmente se conservan parte de sus muros, con varias torres que reforzaban la estructura, y la torre del homenaje, de planta cuadrada, que a falta de excavaciones arqueológicas ha impedido averiguar hasta la fecha si existió una ocupación previa.

Según algunos historiadores, a los pies del castillo se habrían asentado los romanos para controlar las explotaciones de oro del río Omaña. Aparte de los conocidos usos defensivos, el castillo también hizo de cárcel en el siglo XV. Su evidente posición estratégica le permitía controlar el Camino Real que se dirigía a Cangas de Narcea y atravesaba el valle de Omaña.

Se reformó en el siglo XVIII y en el XIX volvió a servir de cárcel de los concejos de Paredes, Omaña, La Lomba y Riello. A fines del XIX se destruyó parte del castillo y los materiales se reutilizaron como pavimento de la carretera. El paso del tiempo y la ausencia de restauraciones han ido diezmando el edificio, que ha sufrido graves hundimientos. En el 2006 se desprendió un muro.

La otra joya de Omaña, la casa solariega de los Flórez de Quiñones en Curueña, se cree que comenzó a habitarse en el siglo XIV, cuando numerosas propiedades del Noroeste leonés pasaron a manos de la familia por los favores prestados al Rey en las guerras de los Trastámara. Durante varios veranos, el palacio, que posee un amplio zagúan y una curiosa y extensa biblioteca, fue inspiración para los hermanos Juan y Ramón Menéndez Pidal.