Un enorme e irreparable error
Opinión | ana luisa durán
alcaldesa de villablino
Otra vez el carbón, nuestro carbón está inmerso en una de las innumerables crisis que ha sufrido a lo largo de su historia. Esta vez si cabe es aún más preocupante que las anteriores porque parece que alguien al más alto nivel quiere ponerle la puntilla definitiva, parece que alguien quiere acabar con un sector que ha dado y sigue dando riqueza y empleo en nuestra provincia y en otras zonas de este país.
La crisis, el cumplimiento de los objetivos de déficit público y una mezcla de prejuicios y verdades a medias están en la base de una decisión tan injusta para las cuencas mineras y los habitantes que en ellas vivimos como perjudicial para las arcas públicas.
Hagamos un somero repaso del asunto:
1º ¿Son gravosas las ayudas públicas que se dan al carbón para el erario público?
Las Ayudas al Acceso a Reservas o a la Producción Corriente están destinadas a cubrir la diferencia entre los costes de producción y los precios acordados con las compañías eléctricas teniendo en cuenta las condiciones del mercado internacional. Estas Ayudas fueron de 322,7 millones de euros en el 2009, de 315,9 milllones en el 2010 y d unos 300 millones en el 2011.
Considerando solamente los 10.000 empleos directos que actualmente tiene el sector del carbón y calculando una media de 22.500 euros/año por trabajador en concepto de IRPF y SS, se generan por este concepto un total de 225 millones de euros.
En cuanto al IVA, si consideramos los ingresos por precio más ayuda, estaríamos en el entorno de 75 euros/t, que al aplicarle la base actual del 18% y los 10 millones de toneladas producidas, nos permitirían hablar de una recaudación para el Estado de más de 120 millones de euros. La suma de ambas cantidades sobrepasa ya la cantidad de 300 millones antes citada.
Pero aún hay más, para dar una idea del orden de magnitudes, podemos señalar que los 30.000 empleos indirectos que el sector genera en España, cuya renta media bruta es de 30.000 euros/año, según datos del INE (incluido salario, SS e IRPF), generan 900 millones de euros en rentas indirectas. A ello habría que añadir nuevamente los impuestos que generen las actividades inducidas, todo lo cual permite afirmar que las ayudas no son onerosas para el Estado y que sin ningún género de dudas suprimir las ayudas a la producción de carbón en España es un mal negocio.
2º ¿Son tan desmesuradas las ayudas al carbón?
El suplemento de precio de nuestro carbón es aproximadamente de 31,3 euros/t si eso lo transformamos en costes de producción de energía eléctrica la repercusión sería de 1,82 céntimo de euro/ Kilowatio Este coste, que es el que se sufraga a través de los presupuestos generales del Estado, es claramente inferior al de otras tecnologías de generación igualmente primadas con fondos públicos. Así, según datos de la CNE las instalaciones de generación con residuos están recibiendo 3,33 céntimos de euro/Kw; la energía eólica 4,29; la energía hidráulica 4,38; las instalaciones de cogeneración 5,12; las que utilizan biomasa 7,07; y la energía solar 42,86 céntimo de euros/Kw.
3º ¿Va a dejarse de quemar carbón en España?
La respuesta es de nuevo negativa. La dependencia energética de nuestro país es altísima, de hecho si exceptuamos las energías renovables, el carbón es el único recurso autóctono que tenemos. El parque nuclear seguirá siendo, en el mejor de los casos, el que tenemos ahora mismo. Las energías renovables son por definición intermitentes y necesitan otra energía de respaldo que sólo pueden dar las térmicas de carbón o los ciclos combinados de gas. La conclusión es evidente vamos a seguir necesitando el carbón para la generación eléctrica y una vez que acabemos con el nuestro tendremos que comprarlo en el mercado internacional mucho más caro por la fuerte demanda de China e India. Tendremos además que adaptar nuestras térmicas que- excepto las de Meirama y As Pontes- están diseñadas para quemar una mezcla de carbón nacional e importado. Cambiar en cada central la tecnología para consumir carbón importado exclusivamente necesitaría una inversión de más de 300 millones de euros de media y de 1 a 2 años en cada central.
Voy a abordar en este artículo lo que esta decisión supone para las cuencas mineras y para las CCAA productoras de carbón. Tan sólo decir que es una condena de miseria, pérdida de población y desmantelamiento injustificado de un sector productivo. Es el fin de una cultura industrial que dura ya más de un siglo, es la desaparición de una forma de vida, es en suma un error irreparable que no podemos permitir.
A quien quiere tomar esta decisión decirle que las explotaciones mineras no son almacenes a los que se les cierra la trampilla mientras se esperan mejores tiempos. Cuando una mina se abandona, cuando una explotación minera se cierra queda cerrada para siempre.
Quien quiera que tome esa decisión debería al menos hacernos una visita, saber de primera mano lo que está decidiendo y comprobar que nuestra minería es moderna, segura y tecnológicamente desarrollada, no sea que aún tenga en la memoria la canción de Antonio Molina o el canario que avisaba a los mineros de una muerte segura por grisú.