Diario de León

En septiembre se decidirá el lugar en el que la soltarán

La prioridad es la presencia de frutos, antes que el territorio.

La reintroducción en estado salvaje de la osezna es un reto para los conservacionistas.

La reintroducción en estado salvaje de la osezna es un reto para los conservacionistas.

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marta casado | burgos
León

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El equipo que lleva a cabo el Protocolo de gestión y reintroducción en el hábitat de Jimena calcula que hacia septiembre habrá que empezar a pensar en dónde la soltarán. «Cuando veamos que tiene un comportamiento esquivo, a principios de otoño, empezaremos a valorar la suelta y dónde. Sabemos que elijamos el lugar que elijamos será polémico», avanzó al respecto el Jefe del Servicio de Espacios Naturales de la Junta de Castilla y León, José Ignacio Molina. Desde Palacios del Sil su alcalde ya ha solicitado que la osezna se reintroduzca en su lugar de origen, los montes de la zona.

Pero la línea a seguir marca más las necesidades fisiológicas de la osa que las cuestiones geográficas. «Lo importante es lograr la reintroducción con garantías». Por ello se decidirá el lugar más por «una zona donde haya más frutos otoñales que facilite su aumento de peso antes de la hibernación». Un sistema electrónico permite predecir los lugares donde habrá floramiento de frutos. «No sólo tendremos en cuenta que sea de allí sino que sea un espacio que reúna las condiciones para facilitar su reintroducción». A pesar de estas directrices básicas también «escucharemos la opinión de los científicos expertos y seguiremos el mismo proceso que se llevó a cabo con Villarina en Asturias, cuyo equipo nos está asesorando al respecto». Estas reuniones y valoraciones arrancarán en septiembre y la suelta se prevé que se produzca en noviembre. En ese momento se pesará al animal, que se calcula alcanzará entre 30 o 35 kilos, y se le colocarán transmisores para mantener el seguimiento en el monte. Se observará si se adapta al entorno y se puede defender en el exterior ella sola pero también para ver qué cueva elige para la hibernación. Una vez ella esté pasando el invierno se instalará a la puerta de su cueva un sistema de captación de imágenes para que el equipo se cerciore de que la osa sale al exterior y se relaciona con el entorno para alimentarse y jugar. «Si pasa el invierno y sale es que todo ha sido un éxito».

Este dispositivo de atención se puso en marcha una vez se comprobó que no había rastro de la madre de Jimena. Las hipótesis sobre qué pudo pasar son varias porque «es infrecuente que una osa abandone a sus crías o se le escapen». Se trabaja con que se produjera un infanticidio por parte del macho y la madre defendiera a la cría pero «no se ha localizado ningún cadáver».

 

Seguimiento

El seguimiento que se hace en los montes de la zona ha vuelto a su situación habitual tras la alerta y los numerosos efectivos que buscaron a la osa sin éxito hace casi dos meses. Si aparece un cadáver se procedería a actuar. Si tuviera arañazos se confirmaría el infanticido por parte del macho. Si apareciera un indicio antrópico como una herida de arma de fuego se llamaría a la Guardia Civil tras su localización. Existe una última posibilidad, que la osezna cayera por un barranco y amortiguara el golpe con maleza o vegetación y se desconectara de la madre. Para saber si, finalmente, esa osa está bien o no también se determinan estudios del ADN de Jimena. En la limpieza de su recinto, en el centro de Burgos, se recogen pelos de la osezna para, con los análisis de ADN, incorporarlos a la base de datos que dispone el Programa de Conservación del Oso Pardo y saber si tiene familia. «El interés de la toma genética es que si sale un hermano o parental podría indicar que esa osa madre sigue bien», apunta Molina.

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