Riaño, veinticinco años después. Un cuarto de siglo en imágenes
La memoria no se ahoga
Riaño revive 25 años después la desoladora imagen de ver caer una casa tras otra.
Al amanecer del 7 de julio de 1987 replicaron las campanas de la iglesia de Riaño anunciando la llegada de los Guardias Civiles. Hubo defensores que, sin dudarlo, se subieron a los tejados para evitar la demolición de sus casas, pero nada frenó las cargas policiales. Antes, en diciembre de 1986, cuando comenzó la pesadilla ya se habían derribado los primeros edificios sobre los que se asentaría el gran viaducto que da entrada al actual pueblo de Riaño. Ese verano fueron cayendo bajo los cazos de las máquinas las casas de La Puerta, Escaro, Huelde, Anciles, Salio, Riaño, Pedrosa del Rey y la gran parte de Burón.
Los vecinos miraban con asombro y desolados el final de sus pueblos, al fin y al cabo, sus vidas. Sabían que habían llegado a la meta de aquélla larga agonía que comenzó el 26 de febrero de 1966 cuando el Consejo de Ministros acordó la ejecución de la sobras del embalse de Riaño. Una ejecución que firmó Francisco Franco y que hizo efectiva el ministro socialista Javier Saenz de Cosculluela.
En la década de los 60 y 70 se realizó el proceso de expropiación. En aquellos años oponerse no era tarea fácil y los vecinos fueron firmando valoraciones impuestas y con poco margen de discusión. Los pagos se demorarían hasta los años 80. Surgió entonces una gran oposición al macroproyecto tal y como estaba concebido. Desde muchos ámbitos se intentó cambiar esta obra faraónica, pero la prueba del presente es que nunca se consiguió nada.
Burón, en la cola del embalse, fue derribado en su mayor parte. En el mismo lugar se ha construido un nuevo Burón además de la antigua iglesia y las escuelas que fueron salvadas por las aguas. Pedrosa del Rey y Salio, fueron derribados en su totalidad. Escaro, sólo conserva los muros del cementerio. De Anciles, La Puerta y Huelde no queda nada y de Riaño, el recuerdo de quien vivió en el antiguo pueblo.
Fotos y recuerdos
Ayer 25 años exactos de aquel fatídico día, el alcalde de Riaño, Javier Fernández, inauguró una exposición que recoge la destrucción de los ocho pueblos, y por ello, son ocho paneles los que recorren esta historia, que sigue viva en la memoria de muchos. Por ejemplo, en la de José Luis Sierra, natural de Riaño. El fue uno de los jóvenes que tuvo que abandonar su casa para buscar otra vida. Confiesa que tuvo una copia del decreto del derribo de Riaño y asegura, con el tiempo de por medio, que «había fuerza, pero no unión». Como anécdota cuenta, que cuando comentó lo que iba a suceder, «un compañero me aseguró que si era cierto se pegaría dos tiros, finalmente, sólo pudo pegarse uno cuando se iniciaron los derribos».
Un testimonio similar es el de Goyo, quien reclama que «el agua ha generado un enorme valor añadido y nunca nos la pagaron». Él prefiere no hablar, aunque recuerda con dureza que le expropiaron las tierras, igual que Antonio González Matorra, quien no olvida «aquellos recuerdos que son horribles». Dice, como organizador de la exposición conmemorativa que «se hace desde el cariño, intentado que Riaño crezca aún más, porque sólo ha cambiado de ubicación». Algo más esperanzador se muestra el actual alcalde, Javier Fernández, que cree que «hay que mirar hacía el futuro», aunque no niega la tristeza de los sucedido. «Es muy duro ver caer tu casa y la de tus vecinos».