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«El monte estaba bravo y eso que lo habíamos limpiado bastante al entrar a resinar»

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León

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El frenazo de la construcción llevó a Segundo Caballero Carracedo a buscar en el monte un puesto de trabajo por cuenta propia. El incendio que asoló cinco municipios del sur de León el pasado 19 de agosto le han dejado, por el momento, si actividad. Caballero tiene puesta la esperanza en los pinos que no se quemaron de Pobladura de Yuso.

Había comenzado este año a resinar y destinó una inversión «grande a la compra de 5.100 potes, 5.000 hojalatas —para que la resina caiga en el recipiente—». Solicitó un crédito de 5.000 euros con los adquirir la herramienta y comprar un vehículo adecuado a los caminos forestales. Perdió 15 barricas que tenía en el monte con 3.000 kilos de resina y, al quemarse los árboles, otros 3.000 kilos que esperaba recoger ahora.

«En castrocontrigo resinábamos nueve. Uno tenía 20.000 pinos, el primero que empezó, otros 7.000 y, los demás, alrededor de 4.000», señala. Caballero piensa, como muchos en la zona, que el incendio podía haberse controlado antes de que saltara el río Eria. Indica que el monte «estaba muy bravo» cuando entró en el pinar y que los resineros «trabajamos bastante en él para que estuviera más limpio».

Los precios

La vuelta a sangrar los pinos —Nogarejas y Tabullo tuvieron fábrica hasta que fue más rentable importar la resina de China— se produjo hace tres años. Un ingeniero de la fábrica de Coca (Segovia) y ofreció buenos precios: «60 céntimos el kilo, que después se puso a 1,05 y ahora lo pagaban 1,015». De cada pino se sacaba una media de dos kilos.

El matrimonio formado por José Manuel Fernández y Ana Brodallo fue el primero del pueblo en resinar, motivo por el que trabajaba 22.000 pinos, de los que le han quedado 4.000, estiman. Su explotación daba trabajo a su hijo y aun empleado, que mantendrán hasta el final de la campaña. «Íbamos a recoger la en estos días», explican mientras regresan de picar los troncos con la escoda y aplicarles escayola con ácido, para facilitar la caída del elemento.

En la localidad se quemaron también «unas colmenas que había traído de Valencia», explica Caballero, a la vez que indica que las dos campañas de setas (otoño y primavera, suponían un importante complemento para muchas familias en el área afectada, desde Castrocontrigo a Tabuyo del Monte. «Nosotros nos echamos al monte para ver si podíamos hacer frente al fuego y pese a que no nos dejaban. Luego no pudimos hacer nada, pero, al menos, tratamos de defender lo que es nuestro», señaló Segundo Caballero