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El incendio de Salce ha arrasado 775 hectáreas, 80 de ellas de roble

La Junta declara ya extinguido el fuego, al igual que el de Castrocontrigo.

El miembro de una brigada trabaja en la extinción del fuego de Salce.

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León

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El incendio forestal que ha afectado durante cinco días a una zona declarada Reserva de la Biosfera de los valles de Omaña y Luna, cercano a la localidad de Salce, ha arrasado finalmente 775 hectáreas, de las cuales 80 han sido arboladas, fundamentalmente de roble.

Además, 110 hectáreas afectadas han sido pastos y otras 585 hectáreas quemadas eran de matorral en una zona de altura de difícil acceso, lo que obligó a intervenir a varios medios aéreos, según fuentes del Gobierno autonómico. Tres días después de originarse, la Junta de Castilla y León rebajó a nivel cero este fuego que llegó a alcanzar el nivel uno de alerta —en una escala de cero a tres—, por necesitar más de doce horas para ser extinguido y que llegó a contar con la presencia de más de sesenta medios humanos.

Además, en la zona alta está establecido el corredor del oso pardo, un lugar en el que este mamífero no habita pero sí hace alguna incursión, según fuentes de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente en el último parte de incendios forestales en la provincia de León.

Los servicios de extinción de incendios de la Junta de Castilla y León dieron por extinguido ayer por la tarde, alrededor de las 18.30 horas, el fuego declarado el pasado 19 de agosto en el municipio de Castrocontrigo, que deja un balance de casi 12.000 hectáreas calcinadas, en concreto 10.555 hectáreas de arbolado y 1.169 hectáreas de matorral, pastos y cultivos, según el último parte de incendios.

De esta manera, se da por finalizado el que ha sido el incendio más importante de la provincia de León en superficie afectada y el más importante de la última década en la Comunidad, que no se pudo dar por controlado hasta el pasado 28 de agosto, momento desde el que han continuado las tareas de control por parte de los agentes medioambientales, en un principio para evitar la reproducción de las llamas en alguna zona en la que el suelo se encontraba especialmente caliente y posteriormente por precaución.