El contraste de temperaturas entre el día y la noche favorece la maduración
El hecho de que la uva que se prevé recoger este año sea más pequeña que en campañas anteriores, por culpa de la falta de lluvias, no significa que sea de menor de calidad. Lo que hace falta, según Alejandro González, es que «tenga una maduración lenta», a lo que está ayudando bastante las actuales condiciones meteorológicas que están caracterizando el mes de septiembre de temperaturas cálidas durante el días, de unos 25-28 grados, y más bien frías por la noche, alcanzado los ocho o diez grados. «Este contraste de temperaturas es muy positivo para la uva, y si encima se producen algunos golpes de lluvia que hagan que el agua penetre rápidamente en la tierra y llegue directamente a la uva, para que engorde un poco, mucho mejor», comenta el director técnico de la DO Tierra de León.
Cualquier alteración de la temperatura, como por ejemplo la llegada de un calor extremo, haría que la uva se deshidratase y se descompensara el azúcar, «y en vez de uvas recogeríamos pasas», explica González.