Diario de León

El último viaje de ‘Jimena’

La osezna de nueve meses perece tras ser trasladada por carretera durante casi tres horas y semisedada. Salió de Burgos «perfecta», en Saldaña seguía viva, pero falleció minutos antes de ser liberada en Portilla . La primera anestesia duró media hora, la revirtieron y le aplicaron una última para alargar su estado de sedación.

Miembros del operativo se retiran de Portilla tras enviar el cadáver de ‘Jimena’ a León.

Miembros del operativo se retiran de Portilla tras enviar el cadáver de ‘Jimena’ a León.

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marco romero | león
León

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La inesperada muerte de Jimena ha generado un profundo sentimiento de frustración. La osezna de nueve meses pereció ayer a mediodía cuando un equipo de 14 personas culminaba su traslado por carretera desde la ciudad de Burgos, donde permanecía aislada desde su hallazgo el pasado 27 de abril en Palacios del Sil, hasta Portilla de la Reina. La muerte de Jimena, que ya había alcanzado 36 kilos de peso y un largo aproximado de un metro —el tamaño es similar a un perro labrador—, supone un duro varapalo para el equipo de trabajo coordinado desde hace medio año por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente y también un fiasco para la ciencia, puesto que la hembra aumentaba las escasas esperanzas de recuperación de la población oriental de oso pardo cantábrico, en severo peligro de extinción.

La dramática jornada comenzaba a las nueve en punto de la mañana. Tres veterinarios, ocho agentes forestales y celadores de la Junta y tres técnicos iniciaban a esa hora un silenciado operativo para liberar a la osezna en el valle de Vallorza, en Portilla de la Reina. El plan era sedar al animal, tomar sus medidas, radiomarcarle, iniciar el trayecto hacia León y soltarle de la manera más cuidadosa posible en un bosque que habían sembrado previamente con seis sacos de bellotas.

Y así se hizo. El coordinador del Servicio de Veterinaria del parque de Cabárceno, Santiago Borragán, —es uno de los veterinarios más reputados en este campo— aplicó la primera anestesia a la osezna. El sedante se reabsorbió en media hora, el tiempo justo para pesar y medir a Jimena y para colocarle dos transmisores en el pelo y un chip de identificación en la piel. «Estaba perfecta en este momento», subrayaba ayer con la voz entrecortada el coordinador de los trabajos y jefe del servicio de Espacios Naturales de Castilla y León, José Ignacio Molina. Durante ese proceso, la osezna estuvo todo el tiempo monitorizada. Como si se tratase de un ser humano, le colocaron una pinza para medir el nivel de oxígeno en sangre y le controlaron las pulsaciones —en ese estado tenía 80 por minuto, lo normal—. A continuación revirtieron la anestesia con una especie de antídoto para espabilar a la osezna, momento en el que aprovecharon para inyectarle vitaminas. La tercera fase de la sedación consistió en una nueva dosis, suficiente para mantener al animal semiinconsciente durante el trayecto hasta León, que duró algo menos de tres horas. Según Molina, las cantidades fueron en todo momento inferiores a las aconsejadas. A las 10:45, una camionera pickup salía de Burgos, seguida de varios vehículos de Medio Ambiente. Entretanto, forestales y celadores esperaban al operativo en el inaccesible valle leonés, al que sólo se puede llegar por medio de una pista que ni siquiera lleva hasta el punto donde la osa iba a ser liberada.

El cortejo que acompañó a Jimena hizo una única parada en Saldaña (Palencia), donde constataron que la osa iba despertando y que mantenía intacta su fiereza, algo fácilmente comprobable por la brusquedad con la que movía su caja. Se contruyó un angosto habitáculo de madera para su traslado, que fue reforzado con chapa en su exterior; estrecho para evitar que la osa sufriera caídas durante el viaje y de madera para que no sintiese frío durante la hipotermia que produce un estado de sedación.

A la 1:15 horas llegaban a Boca de Huérgano. No perdieron tiempo y ascendieron con los vehículos por la única pista que lleva a Vallorza. En ese trayecto se manifestó el peor de los presagios. La caja de madera dejó de tambalearse de repente. Ni siquiera llegaron a su meta. Pararon el vehículo, abrieron la trampilla de la caja y se encontraron el cadáver de Jimena tendido en posición contraria a la que había sido introducida, lo que puede dar idea del estrés que padeció durante la segunda parte del itinerario. «Cuando abrimos la caja, se nos cayó el mundo encima», declaró a este periódico José Ignacio Molina.

El cadáver de Jimena, plastificado y precintado, fue trasladado una hora después hasta la Facultad de Veterinaria de León, donde se encuentra refrigerado a cinco grados hasta que el próximo lunes le sea practicada la necropsia por parte del equipo de Anatomía Patológica. El reputado catedrático Luis Anel culminó la cadena de custodia, recibiendo el acta de entrega del cadáver, sobre el que se barajan hipótesis causales como una parada cardíaca o un bloqueo pulmonar.

Las reacciones no se dejaron esperar. José Luis García Lorenzo, de la Fundación Oso Pardo, lamentó ayer que se haya perdido «una grandísima oportunidad» para reforzar el núcleo osero oriental, si bien admitió que todos los implicados habían asumido el riesgo de la suelta porque, de prosperar, «merecía la pena». Por su parte, el pedáneo de Portilla de la Reina, Fernando Domínguez, que apoyó la ubicación sin dudarlo, también lamentó la sorprendente muerte de Jimena porque en el pueblo pusieron «toda la voluntad del mundo» para facilitar la llegada de la osa.

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