La necropsia revela que ‘Jimena’ murió por el estrés que le produjo el traslado
El protocolo para la suelta de la osa había obtenido el éxito en ocasiones anteriores.
El miedo y el estrés que sufrió la osa Jimena durante su traslado a León fue la causa de la muerte, según los resultados de la necropsia realizada al ejemplar, que ayer hizo pública la Consejería de Fomento y Medio Ambiente.
Jimena fue localizada el 27 de abril en Palacios del Sil y trasladada al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Burgos, donde permaneció aislada del ser humano hasta que se consideró que podía sobrevivir en libertad. Fue el 26 de octubre cuando se preparó a la osa para su traslado y suelta en Portilla de la Reina (municipio de Boca de Huérgano), con el fin de introducir una hembra reproductora en la población oriental del oso pardo cantábrico, la más amenazada en la actualidad.
Según el comunicado de Fomento y Medio Ambiente, la osa sufrió una miopatía de estrés y captura, un shock asociado a «estrés, ejercicios bruscos y violentos, transporte, así como miedo intenso», explica la nota. La necropsia, realizada por el Catedrático de Histología y Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la universidad de León, describe «numerosas lesiones» causadas en los músculos por la miopatía de captura.
El jefe del Servicio de Espacios Naturales de la Junta de Castilla y León, Ignacio Molina, destacó ayer que el protocolo seguido con Jimena es el mismo que permitió la suelta en Asturias de Villarina, en el 2008, y Lara, el año pasado. En ambos casos, la vuelta a la naturaleza de las osas fue un éxito. La sedación fue «similar» al utilizado en los casos precedentes, si bien «es el ejemplar más joven que ha llegado a una Administración», subrayó Molina, que estima que la osa fue encontrada «recién salió de la osera con la madre».
Reducir el sufrimiento
El protocolo que se aplicó a la osa para su traslado desde Burgos a Picos de Europa y puesta en libertad había recibido la aprobación de un grupo de expertos, «incluso técnicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas». Según el jefe de Espacios Naturales, la única alternativa a trasladar al animal despierto tras un corto periodo de anestesia consistía en dormir al animal durante todo el viaje, lo que suponía incrementar los riesgos. «En una persona el aumento del tiempo de anestesia es un riesgo añadido en una operación», indicó Molina, que señaló que la opción implicaba que Jimena hubiera viajado monitorizada e intubada.
Por otra parte, «nadie transporta a un animal anestesiado». Si bien existen métodos que reducen de manera importante el nivel de estrés que soporta el animal: «A un corzo se le tapan los ojos, pero no tiene la opción de retirarse el vendaje como puede hacer el oso con sus garras. Lo mismo pasa con un ave rapaz, a la que se tranquiliza con una caperuza de cetrería», explicó Molina. El elemento que no se podía controlar es la respuesta del ejemplar
Para lograr el menor sufrimiento posible al animal, Jimena fue introducida en una caja con ventilación suficiente y retirada la sedación después para que viajara despierta, aunque aturdida debido a la anestesia. La caja se colocó en la trasera de un pick-up , debidamente tapado, para lograr una oscuridad que tranquilizase a la osa.
Jimena no llegó a pasar tres cuartos de hora bajo los efectos del anestésico. Además, necesitaba estar despierta en el momento de la suelta, en el valle de Vallorza. «Tenía que estar en condiciones de sobrevivir y más por tratarse de un animal que no había conocido el medio con su madre».
El jefe de Espacios Naturales añadió que no se observaron alteraciones o síntomas de estrés durante la parada que realizó el dispositivo de transporte en Saldaña (Palencia). «Si hubiera sido así, habrían actuado en ese momento», añadió.