Diario de León

Hacia la indicación geográfica

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León

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Carta te escribo martín martínez

Querido hermano: Que con ahínco creo que sí puede lograrse. Todo es cuestión de fe, perseverancia y tesón. Desde hace unos años con el empeño de la Junta Vecinal de Valdeviejas; la fe que en ello tiene media docena escasa de agricultores de San Román, Villamejil y Sueros que lidera el entusiasta Juan; con la perseverancia del Departamento de Ingeniería y Ciencias Agrícolas de la ULE; con el entusiasmo de Jesús Prieto, del Serrano; y con el tiempo preciso, se conseguirá esa indicación y se encontrará la esencia de un garbanzo que, estate seguro hermano, dará mucho que hablar; el garbanzo de «pico pardal».

Hace tiempo te expliqué que se había constituido la Promotora, cuyos pasos se dirigen a ese fin. Primero —y ahí la Universidad tiene la palabra— quieren encontrar la variedad que mejor se adapte a las características que se persiguen del garbanzo, ya demostradas, pero que sean persistentes: grano menudo, uniformidad, piel fina y resistente, que no «desolleje» al cocer, «nación» con forma de pico pardal que hidrate sin reventar; y que absorba los adobos; suave y cremoso en boca. Con las indicaciones de Jesús Prieto, las observaciones de los universitarios, las de los propios agricultores y varios expertos en leguminosas se tomó la decisión en reciente reunión y cata: Cuando llegue San Marcos, el 25 de abril, «el garbanzal, ni nacido ni, por sembrar». Algo más de diez hectáreas van a recibir la semilla decidida ese día, descartadas otras dos líneas. De manera que se irá profundizando en la consecución y mejora de todas esas cualidades exigidas.

Claro, hermano, que esos expertos tiene muy en cuenta las propiedades edáficas de los terrenos, su grado de «barrial», su mayor o menor porcentaje de arenas, la exposición solar de la parcela, la escorrentía, y otros condicionantes que tiene su importancia. Ten en cuenta lo que decía padre de la gran diferencia de sembrar garbanzos en la «Barrera», la «Requijada», el «Fueyo» o en «Canal». Todos los predios recibían las mismas aradas, el mismo estiércol y las mismas escardas. Para comer en casa —seis días a la semana cocido— siempre eran de Canal o del Fueyo que se sembraban años alternos. Era la sabiduría empírica del pueblo.

Y ahora, querido, que con la crisis el campo, dicen los voceros, parece ser un nicho productor de puestos de trabajo, y acogedor de frustrados urbanitas, el garbanzo de pico pardal, su cultivo, puede ser una salida muy digna. Entre otras cosas, hermano, porque uno piensa que ser campesino, agricultor, labrador de la tierra en definitiva, es el oficio que más acerca el hombre al Creador. Porque para sembrar —hay que hacerle ver la diferencia que existe entre sembrar y plantar— no hace falta que todos seamos ingenieros; éstos están para asesorarnos. Así que será del máximo interés potenciar el cuidado del campo y la ganadería que es el complemento básico para conseguir el equilibrio natural de una y otra actividad.

Como ya resuenan con fuerza y aproximación las celebraciones de Semana Santa, entre pregones y presentaciones de programas, ve preparando el viaje. A la vez te aviso que debes felicitar a los Amigos del Camino de Santiago. Han dejado el albergue como un San Luis de guapo. Recuperaron la fachada y los ventanales en su aspecto primigenio. Me satisface, aún más, ver aquel hueco del campanil albergando una nueva campana, asumiendo así el aire de convento que no debe abandonar, bien lo han entendido los directivos, reconvertido en albergue peregrino. Miguel Pérez, colaborador emérito de la asociación le hizo la cabezuela, también llamada melena, en vieja madera de roble; a fuego esculpió la fecha y las iniciales M.P. Nuestro albergue, ahora será, todavía más referencia en el Camino. Hasta la próxima. Cuídate.

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