En el año 1920 llegó de Portugal la primera comunidad
Las mojas clarisas capuchinas que ahora se van de Villamañán, llegaron a la localidad en el año 1920.
La historia se remonta a 1919 cuando el padre fray Eugenio de Villamañán, natural de la villa y capuchino con residencia en Madrid, conocedor del abandono del convento, escribió una carta al cura párroco, Tomás Ovejero, y al alcalde de la villa, Ángel Muguruza, suplicándoles que se cediera gratuitamente el convento para una comunidad de monjas clarisas capuchinas portuguesas «expulsadas villanamente de su patria».
El párroco y el alcalde acceden a lo solititado por fray Eugenio y lo ponen en conocimiento del obispo, José Álvarez Miranda, al que le pareció muy buena idea, bendijo el proyecto y se ofreció para apoyarlo de cuanto de él dependiera.
Es finalmente en el año 1920 cuando después de los trámites y los arreglos oportunos, la comunidad de monjas clarisas capuchinas se instaló en Villamañán.
Hoy se van, curiosidades del destino, con una misa de agradecimiento celebrada ayer, día que la Iglesia celebra el cuarto Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sacerdotales y la vida consagrada. Precisamente, la falta de vocaciones religiosas es lo que ha hecho que esta comunidad que ahora forman sólo cinco hermanas, haya envejecido muchísimo y los achaques propios de la edad les haya hecho imposible seguir residiendo en Villamañán.