Las monjas clarisas dejan Villamañán después de casi un siglo de estancia
Las cinco hermanas que quedaban se van a otro convento de Granada por su edad.
El convento de Villamañán quedará definitivamente vacío esta misma semana. Las monjas clarisas capuchinas, que han permanecido en la localidad casi un siglo, abandonarán la villa. Las cinco hermanas que quedaban en la actualidad se irán a otro convento de su misma congragación en Granada. Los motivos hay que buscarlos en su avanzada edad y en su deteriorado estado de salud que prácticamente les ha impedido seguir valiéndose por sí mismas.
A mediodía de ayer tuvo lugar una misa de despedida y acción de gracias en la iglesia del propio convento que estuvo presidida por el obispo de León, Julián López. Los vecinos llenaron el templo en una aucaristía a la que también asistió buena parte de la corporación municipal con el alcalde, Segundo Tejedor, a la cabeza. También acudieron al acto religioso otras hermanas llegadas de Granada entre las que se encontraba la madre abadesa de aquella comunidad y Madre Presidenta de la Federación del Sur, sor Pilar.
Debido a la enfermedad y su avanzada edad, la comunidad clarisa de Villamañán solicitó al obispo el pasado 6 de marzo que les concediera la supresión de este convento y su traslado a otro de su misma congregación. Petición que fue aceptada por el máximo mantario de la diócesis leonesa.
Una vecina, en representación del resto, leyó unas notas de agradecimiento en las que decía que «hoy las despedimos con tristeza porque se nos van, pero a la vez con la alegría y la seguridad que allí donde van, se encontrarán mejor y seguirán, como han hecho siempre, rezando y pidiendo por todos nosotros. Nunca nos olviden, nosotros siempre las recordaremos».
Y es que, como manifiestan los propios vecinos, aunque prácticamente no han podido verlas físicamente en su cerca de un siglo de estancia en la localidad, las monjas clarisas de clausura han estado siempre muy presentes en la vida de la villa.
Son famosos sus excelentes y minuciosos trabajos de costura y bordado. Cultivaban la huerta de la que sacaban flores con las que adornaban los altares del propio convento y también de la iglesia parroquial.
Esta comunidad religiosa que actualmente sólo contaba con cinco hermanas vivió tiempos mucho más florecientes. Así en el año 1951 eran 28 las monjas que residían en Villamañán.
El convento, que acupa un espacio de más 7.000 metros cuadrados en el centro de villa contando las edificaciones y la huerta, quedará ahora vacío.