Cerrar

La Bañeza

Tres años de prisión para el anciano que ayudó a suicidarse a su esposa

La mujer, enferma, había solicitado en repetidas ocasiones la muerte a su marido.

El ala de la residencia de ancianos en la que el matrimonio tenía su habitación.

Publicado por
A. Domingo | Redacción
León

Creado:

Actualizado:

La Sala Tercera de la Audiencia Provincial ha sentenciado a tres años de prisión al hombre que ayudó a su esposa a suicidarse el 24 de agosto de 2011 en la residencia de Mensajeros de la Paz de La Bañeza. El fallo se dicta de conformidad, al confesarse el acusado reo de un delito de cooperación al suicidio que le atribuía la Fiscalía y aceptar, además, la pena solicitada por el Ministerio Público, que estimó la concurrencia de eximente incompleta de alteración psíquica.

El acusado, cuyas identidad se corresponde a las iniciales M.L.N, que tenía 73 años cuando ocurrieron los hechos, se encontraba en libertad con cargos desde que compadeció ante el Juzgado número 1 de La Bañeza y no ingresará en prisión, habida cuenta de su edad y circunstancias personales.

M.L.N., nacido en la comarca de La Bañeza, confesó asistido por su letrado que sobre las 7.30 horas del 24 de agosto de 2011 se encontraba en compañía de su esposa —de iniciales R.M.A., de 75 años—, que le venía «manifestando reiteradamente que deseaba quitarse la vida». El fallo recoge que la mujer sufría «neurosis depresiva, osteoporosis, deformidad lumbar, radiculopatía lumbar crónica y tenía una prótesis total de rodilla derecha por lo que precisaba de una silla de ruedas para desplazarse, padecimientos permanentes y dolorosos pero soportables con tratamiento farmacológico».

Los barrotes

Ante la insistencia de la mujer, su marido «la ayudó a encaramarse a la ventana de la habitación» que ocupaban ambos, situada en el segundo piso, el más alto, de la residencia citada «y, cogiéndola por ambas piernas, la empujó al vacío, cayendo desde la segunda planta del edificio». En el fallo se describe que la ventana estaba protegida por «dos barrotes de hierro» situados a 1,41 metros del suelo de la estancia el primero y a 1,60 el segundo, que impedían a la enferma asomarse por encima de éstos. «Sin la ayuda del procesado, no podía haberse precipitado por dicha ventana», recoge la sentencia. A consecuencia de la caída la mujer falleció de forma inmediata.

En el momento de los hechos, el acusado padecía «trastorno depresivo, atrofia cortisubcortical e isquemia crónica en sustancia blanca, síndrome parkinsoniano con deterioro cognitivo leve-moderado, que le hacía semi-imputable».

Antes de que se iniciara la práctica de la prueba en el juicio, que se celebró el 25 de marzo, el fiscal modificó sus conclusiones provisionales en los términos relatados hasta anteriormente y solicitó tres años de prisión así como el pago de las costas para el acusado. El presidente del Tribunal preguntó entonces a éste, que confesó el delito y su abogado manifestó no ser necesario que continuara el juicio oral. Los hijos de la víctima renunciaron al ejercicio de cualquier acción civil.

Cuando se produjeron los hechos, la Guardia Civil sospechó desde un primer momento que los barrotes de hierro instalados en las ventanas de las habitaciones de la residencia impedían a la víctima haberse arrojado al vacío, por lo que la investigación se centró en que la mujer hubiera solicitado ayuda a su marido para quitarse la vida o que él la hubiera tirado.

En sus declaraciones ante la Policía Judicial al día siguiente de producirse el deceso el marido manifestó que había ayudado a su esposa a quitarse la vida. Según transcendió entonces, el acusado manifestó ante los agentes: «mi mujer no quería vivir porque su vida era un sufrimiento». Posteriormente, pasó a disposición judicial y se decretó su puesta en libertad con cargos. El hombre asistió al funeral y entierro de su esposa.

Un matrimonio normal

El matrimonio, que ocupaba plazas concertadas en el complejo asistencial para mayores, había mostrado ante los empleados del centro y sus compañeros de residencia mantener una buena relación y se mostraban afables con quienes convivían y con sus cuidadores.

La Administración autonómica destacó entonces el buen funcionamiento de la residencia de la organización no gubernamental Mensajeros de la Paz, ubicada en lo que fue el Seminario Menor de La Bañeza. Además, se informó de que una semana antes de la desgracia se había realizado una inspección de las instalaciones, en la que se constató su buen funcionamiento. La Junta informó entonces que la víctima sufría un importante grado de dependencia y su marido ocupaba una plaza de válido.

La tragedia que vivió La Bañeza hace poco menos de dos años guarda cierta similitud con los sucedido el 27 de mayo en una residencia de Ponferrada cuando un hombre de 87 años se arrojó al vacío desde un tercer piso tras matar su hermana, ya que, según dejó escrito, no tenían fuerzas para continuar.