Diario de León
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León

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Carta te escribo martín martínez

Querido hermano: Afirmativo. Si no hay inconveniente de última hora, en el fin de semana del 15, estará en Astorga la nueva titular del marquesado de la ciudad, doña Paloma Casanova; y ponle apellidos hasta llegar al Osorio. Amparada en la ley de igualdad para heredar títulos nobiliarios, disputó el marquesado de Astorga a su primo Gonzalo Barón Gavito consiguiendo la primacía. Gonzalo, residente en Méjico, creo no confundirme, jamás ha venido a Astorga; por el contrario, Paloma, como sabes, frecuenta el torreón de Turienzo que restauró; y por ende pasea la ciudad de vez en cuando. Ya por los años 80 supe por boca de su marido de su pretensión, que entonces se cifraba en intercambiar alguno de los múltiples títulos de Paloma por el marquesado. No debió prosperar la iniciativa, por razones que me son desconocidas. O no se lo propuso al primo, o éste no aceptó el trueque.

Ahora, por invitación de la Cámara de Comercio, doña Paloma vendrá para participar y presidir los actos de la procesión de la Zuiza que, una vez más, organiza la entidad cameral. La razón es que en la mítica batalla de Clavijo (23 de mayo del 844) portaba este pendón que lleva el apelativo del pueblo riojano, un antecesor de dona Paloma, Luis Osórez, portaestandarte y alférez del rey Ramiro I.

También sabes, hermano, que andando el tiempo, en 1465 el rey Enrique IV concedió a Pedro Álvarez Osorio, el título de marqués de Astorga. Que uno de sus sucesores, años más tarde, aquel pendón de Clavijo - al que los astorganos llamamos «veneranda bandera, seña o enseña»- lo entregó al Corregimiento de la ciudad para su custodia, con la obligación de organizar cada quince de agosto la procesión cívica desde la Casa Consistorial hasta la catedral donde el Cabildo tendría un acto solemne con recibimiento de la enseña. El Marqués nombraba el personaje elegido para llevar la bandera y al Cabildo había de entregarle la cantidad de 60.000 maravedises. Lo cual hacía; pero a finales del siglo XVIII, los dispendios del marquesado en las cortes de Valladolid y Madrid fueron tales que sus arcas quedaron escandalosamente exhaustas; dejó el Marqués de apoquinar los maravedises y los canónigos a la segunda o tercera vez decidieron que o había monises o se suspendía la función. Ya no hubo más desfiles.

La procesión de la «veneranda», con toda su parafernalia la resucitó la Cámara en la década final del pasado siglo; y cada tres años se lleva a cabo este colorido desfile ciudadano, con sonido de atabales y disparo de arcabuces rememorando el fin del tributo de las cien doncellas que concertara aquel mal rey llamado Mauregato, Con patrocinio municipal, la Zuiza ha realizado su alarde en fiestas del turismo de la Junta de Castilla y León en diferentes localidades de la autonomía como Medina de Pomar o Carrión de los Condes. En todos los lugares despierta admiración y hasta envidia, mientras en la Junta se le niega el pan y la sal, aunque solicite su presencia.

Ahora que el marquesado, después de 200 años, tiene un acercamiento a la ciudad, sería oportuno recuperar alguna de aquellas tradiciones tal como la designación del portaestandarte en la procesión que siempre realizaba el marqués. No lo sé, quizás se haga así en esta ocasión y doña Paloma designe la persona encargada de este menester. Y quizás, hermano, hasta sería oportuno que aquella ancestral aportación económica del marquesado también se pusiese en pie. Los tiempos bajos que viven las Cámaras de Comercio, podían paliarse con esa comunión que con la nueva marquesa se ha entablado entre la ciudad y la descendiente de aquellos Osorios.

Hermano, si quieres disfrutar de un entrañable y bello espectáculo, aquí te espero; y después te obsequiaré con un cocido, que la santa lo borda. Cuídate.

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