Los secretos de Gaudí

Cuando uno pasea por los alrededores del Palacio de Gaudí, imagina historias de cuento en las que parece inspirarse toda su estructura. Una vez dentro, partícipe de los secretos del edificio, se confirma ese aura mágica de las obras del arquitecto catalán, más aún en este caso: una mezcla de templo, palacio y castillo.

Esta casa del Obispo, que nunca llegó a ejercer como tal, comenzó ayer con las visitas guiadas que muestran a los turistas detalles desconocidos del edificio. Desde un sótano con decoración austera y robustos pilares hasta la levedad del salón del trono o del comedor, iluminado por la luz que transpasa una pared de vidrieras. Desde unos capiteles con forma de corazón hasta los nervios de las bóvedas con acabados de artesanía de Jiménez de Jamuz, señal del equilibrio entre el arte de Gaudí y las tradiciones de la tierra, según apuntó Miguel Pérez, coordinador de los actos del centenario del Palacio.

Una primera fase del proyecto ‘El Palacio Escondido’, subvencionado por la Junta de Castilla y León, se centrará en solucionar los problemas de humedad que impiden abrir al público lugares como las terrazas, con unas impresionantes vistas de la catedral maragata. Otro de los secretos que se desvelará a los visitantes en unos seis u ocho meses serán las habitaciones de servicio, conectadas con el resto del Palacio de tal manera que los trabajadores no pudiesen ser vistos. También el sinuoso foso de tres metros de profundidad que se ensancha y se estrecha a antojo del arquitecto siguiendo la forma de cruz latina.

Según señaló Pérez, aún está por determinar cuál será el recorrido con el que los grupos reducidos de visitantes disfrutarán de la única obra de Gaudí que se visitará de forma íntegra. Mientras tanto, quienes participen en la visita guiada, podrán merodear a sus anchas por el Palacio cuando la guía haya terminado. Pérez destaca que es «muy importante que los visitantes aprecien por sí mismos estos pequeños secretos, con una nueva perspectiva».