Diario de León

El gremio maragato del pescado

Los primeros pescaderos de Madrid descendían de Astorga. En 1903 fundaron la asociación profesional que ya engloba a 1.200 locales y que hoy les rinde homenaje.

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pilar infiesta | redacción
León

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Los primeros pescaderos que tuvo Madrid a finales del siglo XIX, cuando el kilo de merluza costaba dos pesetas y sólo llegaba al paladar de los ricos, fueron de origen maragato. Uno de aquellos pioneros, Luciano de Paz (Murias de Rechivaldo), que llegó a ser diputado en las Cortes, fundó en 1903 la asociación de minoristas rebautizada hoy como Asociación de Empresarios Detallistas de Pescados y productos Congelados de la Comunidad de Madrid (Adepesca), que agrupa a 1.200 pescaderías especializadas que dan empleo directo a 4.000 personas. Curiosamente, la organización aún mantiene entre sus miembros un alto índice (el 65%) de pescaderos descendientes de los astorganos que se instalaron en la capital de España para vender los frutos del mar, cuando el ferrocarril arruinó su próspera profesión de arrieros.

Esa estrecha vinculación ha llevado a la entidad a celebrar hoy su 110 aniversario con un homenaje a los históricos pescaderos madrileños oriundos de La Maragatería. Los actos comenzarán a las 10.30 horas, con una recepción de la Corporación municipal, presidida por la alcaldesa Victorina Alonso, a la que seguirá una misa (12.00 horas) oficiada por el obispo Camilo Lorenzo en la iglesia de Santa Catalina de Somoza. Una hora después, en la casa concejo de esa localidad se descubrirá una placa conmemorativa.

El gremio debe sus raíces a los arrieros maragatos, que comenzaron trasladando alimentos a Castilla en el siglo IX, durante la repoblación del Reino de León auspiciada por Ordoño I, y ampliaron sus rutas hasta la capital en el siglo XVI.

La Corona siempre tuvo un trato especial con los gañanes y, por ello, les acabaría encargando la recaudación de tributos y el transporte de oro proveniente de las indias desde los puertos de entrada hasta la corte. Recibían el doble de sueldo que otros arrieros, pero merecía la pena puesto que los maragatos eran conocidos por su honradez y fidelidad. Adquirieron buena fama por defender los cargamentos «con su propia vida» y por manejar pescados en salazón de calidad.

Recorrían las 100 leguas que separan Galicia (donde adquirían la mercancía) hasta Madrid en doce jornadas, según la historia recopilada por Adepesca. Un estudio de Antonio Meijide Pardo refleja que en el siglo XVII, las casas reales dejaban en manos de estos transportistas leoneses el envío del pescado, sobre todo en tiempo frío, de octubre a abril. En casos urgentes, podían entregar los alimentos en cuatro días con un servicio de postas (correos a caballo).

La irrupción del tren acabó con su oficio y los maragatos se instalaron en Madrid para vender el pescado, primero en la calle y después en los espacios autorizados. Así abrieron La Astorgana en las calles Huertas y León, y se hicieron en 1956 con el local de Las Coruñesas en Recoletos, un establecimiento fundado por el armador gallego Luis Lamigueiro con el que mantenían una sana rivalidad. Evaristo García, uno de los hijos del dueño de La Astorgana, asumió con 23 años el reto de reflotar la antigua pescadería gallega, que sólo disponía de cuatro clientes en ese momento y hoy ocupa una nave de 3.000 metros cuadrados que abastece de pescado y marisco a restaurantes, hoteles y particulares, tras unos duros comienzos con apertura de lunes a domingos.

El oficio lo llevaba en la sangre. Su abuelo maragato, Santiago Gómez Falagán, ya traía a Madrid de todo, «incluso pescado tratado en sal, como sardinas, pescadilla, besugo o gallina de mar, metido todo en raposas (canastillas de mimbre)», recuerda.

Tras establecerse en la capital, como otros viejos arrieros astorganos, impulsó La Astorgana y trajo a trabajar con él a sus hijos. Realizaban el reparto todos los días por el barrio de Los Jerónimos, con cestas al hombro de hasta 70 kilos de pescado, y atendían, a gritos, hasta 200 pedidos telefónicos. Adepesca reconocerá hoy el esfuerzo de los maragatos por engrandecer el gremio de los pescaderos madrileños.

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