Valderrey wi-fi SA
El Consistorio se convierte en empresa operadora de Internet para dar la conexión de calidad que nunca tuvieron los vecinos y los negocios de sus nueve pueblos.
Un vecino del pueblo de Curillas recibe en su buzón, como cada mes, la factura del servicio de ADSL. El documento no está encabezado por una compañía de telecomunicaciones al uso. Quién le cobra el acceso a Internet desde su domicilio es el mismo que le ha prestado el servicio: su propio Ayuntamiento. Exactamente igual que cuando le facturan el agua o el impuesto de vehículos.
Esto no es ciencia-ficción rural. Es una realidad que ya se ha implantado en la provincia. Son municipios que se han convertido en proveedores oficiales de acceso a la Red con todas las bendiciones legales y esa es la única manera de que los vecinos dispongan de una conexión wi-fi de elevada potencia, un servicio que en un tiempo récord se ha convertido en esencial, y más aún en la lejanía y aislamiento del mundo rural leonés.
El Ayuntamiento de Valderrey es el caso más llamativo de la provincia, dado que no hay ningún vecino que necesite internet de banda ancha que no lo tenga, ya que el Consistorio se lo facilita al mejor precio. Después de años y años de remiendos, de lentísima Iberbanda, de tener que acudir al telecentro o a un ciber en Astorga, de redes de compañías con cortes constantes de conexión, el municipio cogió la wi-fi por los cuernos.
El Consistorio de Valderrey es, a todos los efectos, una compañía de telecomunicaciones. Igual que lo hace Movistar, Vodafone u Orange, el Ayuntamiento facilita la conexión a Internet y factura por ello a los vecinos. Hoy son ya medio centenar de clientes, de vecinos. Y además es un negocio redondo. «Cobramos 19 euros al mes, todo incluido, por una velocidad que puede alcanzar los 15 megas y nunca baja de 4, y como los equipos y su mantenimiento nos viene a costar unos 6.000 euros anuales, cubrimos totalmente los gastos», remarca el alcalde, Gaspar Cuervo. «Vamos, que el año pasado declaramos 6 euros de beneficio ante la CMT (Comisión del Mercado de Telecomunicaciones)».
El truco de un servicio tan bueno con un coste tan competitivo está en que al ser municipal «desaparece el ánimo de lucro», y el único ánimo es el de «dar un servicio, acceso a Internet, que se ha convertido en una necesidad acuciante». Así lo explica Óscar Luis González, de la empresa leonesa Redytel Wimax, que ha desplegado desde Astorga y con repetidores de señal en todos los rincones de todos los pueblos una red para 540 usuarios particulares y 10 puntos de wi-fi gratis en la Casa Consistorial, jardines, casas de cultura, consultorios y plazas.
Medio centenar de clientes distinguen hoy su vida en cualquiera de los nueve pueblos del municipio entre antes y después del ADSL municipal. Medio centenar de familias y algunos negocios que «necesitamos acceder a Internet para comprar, para el ocio, la sanidad, la información, la educación, las redes sociales, realizar gestiones telemáticas… para todo», reconoce la presidenta de la Junta Vecinal de Valderrey, Elena Rodríguez.
Hay casos que explican por sí solos esta apuesta por «el desarrollo rural real, el que es útil de verdad», como lo llama el regidor. Por ejemplo, una población de edad avanzada que gracias a Internet habla y ve a diario a la familia que ya no vive en el pueblo hace décadas. Personas de movilidad limitada o regentes de negocios que exigen una permanencia estable pueden adquirir una nueva lavadora y que se la lleven e instalen. O jóvenes que están en red sin sentirse «como en la Edad Media», que es como Rodríguez considera que se vivía hace escasos tres años.
Se entera por Facebook
La pedánea, además, ve la Red como la única forma de mantener a un pueblo unido de verdad. Cuando se trata de llamar a la colaboración para una fiesta o en asuntos más personales: «El otro día le dije a Josefa, una vecina, que era el cumpleaños de su nuera. Se quedó de piedra de que me enterara al mismo tiempo que ella, por Facebook.».
A principios de este verano, una mujer inglesa y su hijo paseaban por el atardecer de Valderrey. Saludaban a las vecinas, sentadas a los portones de sus casas. Iban relajados: acababan de cerrar desde allí, con vistas al Monte Teleno, un negocio de muchos ceros.
«Tenemos muchos clientes como éstos, que sólo contactan con nosotros a través de Internet y sólo vienen si les garantizamos al 100% que tenemos una red potente». Lo dice alguien que sabe mucho de su negocio, Arie Lengkeek, que junto al también belga Willy Brouwers llevan 3 años triunfando con su establecimiento rural ‘B&B A-ti’ en Valderrey. Sus clientes, principalmente extranjeros, son la prueba de que Internet es definitivo para el éxito o fracaso de un negocio. «O para que un profesional de cualquier ámbito pueda tener la libertad de decidir volver a vivir en un pueblo y no dejar que se muera», remarca el alcalde. Lengkeek es de los que defienden a capa y espada que «gracias a Internet se vive mejor en el pueblo que en la ciudad».
Cuervo está «totalmente satisfecho» de haber empleado el Plan E en esta iniciativa. Para él es un orgullo que cualquier visitante acuda a la finca de los Panero, en Castrillo de las Piedras, y «entre un bosque de encinas y pueda conectarse con cualquier parte del mundo». Mide el éxito en detalles como que «hay negocios de municipios limítrofes que nos piden poder conectarse a nuestra red municipal, pero lamentablemente sólo podemos ofrecerlo dentro de nuestro término municipal». Será por eso que Valderrey como empresa de telecomunicaciones tiene futuro. Y quizá también como municipio rural.