Diario de León
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León

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Carta te escribo martín martínez

Querido hermano: Espero que hayas disfrutado de este abril que no ha hecho honor a las aguas mil para dejarnos, en cambio, una Semana Santa inusual. No pude disfrutarlo por prescripción facultativa, con alejamiento de las multitudes ya que en este mayo, sea florido, o no diría Rajoy, van a hurgarme en la «derriere». Lo cierto es que esta reclusión no me ha pesado pues, aparte de la familia, he tenido la compañía de numerosas visitas y de un buen rimero de libros que son compañía la mar de gratificante. Otro, tal vez, se hubiera cabreado por la larga reclusión.

No así tu hermano; sin embargo me ha rebotado la idiocia del Senado que intenta, a propuesta de los prepotentes machacar y tergiversar la Historia queriendo declarar Patrimonio de la Humanidad ese engendro bautizado como Ruta Vía de la Plata. Estate seguro que algún día solicitarán alargarla hasta Alcazarquivir por el Sur y hasta Nantes por el Norte amparados en esa que llaman autopista del mar.

Hermano, si te detienes a analizar el Senado, te darás cuenta que antes estaba formado por políticos bien maduros, —en edad y sabiduría— trallados en mil refriegas, alcanzando ese «status» como premio a sus desvelos a favor de la Patria. Era un reflejo de aquel senado romano, denominado así por la senectud de sus componentes. Visto lo que está sucediendo ahora, en esos escaños hay muchos imberbes cuasi analfabetos pero que lucen un grado de «senilidad» muy avanzado, francamente preocupante. No es la primera vez que las instituciones que debieran ser imparciales y buscar la verdad, se saltan a la torera este asunto de la Vía de la Plata sin hacer caso a Rey ni a Roque; la opinión de historiadores, estudiosos y expertos en la materia los trae al pairo si con esas declaraciones tienen beneficios políticos. Es asunto este, querido, que tiene largo recorrido aunque su inicio sea Mérida y su final Astorga pues, precisamente, un senador extremeño ha sido el que defendió esa insensata propuesta.

Cabreos, enojos, resentimientos y desplantes están produciéndose, constantemente, en el Ayuntamiento astorgano. El grupo de gobierno no se entiende con los de la oposición y viceversa, tirándose los trastos a la cabeza a cada instante; andan a la gresca por un quítame allá ese presupuesto, se encrespan los ánimos culpándose mutuamente y descalificándose los unos a los otros; a veces con demasiada vehemencia. Hasta que llegó la Semana Santa y se armó el cristo. En algún momento —al parecer— se habló de laicismo, de viajes, de familias y por lo del laicismo hubo concejales que se excusaron de presidir procesiones y se montó el rifi-rafe al intentar que todas fueran presididas por un grupo —el PP— «que no es laicista», se dijo. Toda la información que tengo, hermano, surge de los diferentes comunicados, ninguno de ellos, por ambas partes, con la claridad meridiana que habría de ponerse en este asunto. Con ello se montó el escándalo y los del Partido Popular decidieron no acudir a procesión alguna de la Semana Santa, como así lo hicieron. Sinceramente, querido, creo que se confundieron; podían haberse negado a presidir diferentes procesiones, como lo hicieron miembros del equipo de gobierno, dando o no las razones que fueren pertinentes. Sin embargo, hemos de anotar dos procesiones de las que ningún miembro de la Corporación Municipal debe estar ausente. Es ineludible la presencia de todos ellos, a no ser que haya causa justificada; va en el empleo al que accedieron unos y otros voluntariamente, sean o no laicistas. En las procesiones de las Palmas, el Domingo de Ramos y la del Santo Entierro, en la tarde del Viernes Santo, acude por tradición la Corporación Municipal en pleno, bajo mazas, con el Pendón de la ciudad y Banda Municipal; y lo hace, como se decía en los siglos pasados «en forma de ciudad», o sea representando a todos los vecinos de la localidad. Antaño se multaba a los ausentes. Cuídate hermano.

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