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GRADEFES

Una hermana tras ocho años sin vocaciones

Isabel Nieto deja su trabajo de enfermera en una residencia para dedicar su nueva vida a la oración. El monasterio de las monjas cistercienses de Gradefes recibe una nueva monja, llegada de Madrid, después de que en dieciocho años sólo haya habido dos incorporaciones

Isabel Nieto, en la iglesia de la abadía cisterciense.

Publicado por
JOSÉ Mª CAMPOS | GRADEFES
León

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Isabel Nieto, natural de Extremadura y vecina de Madrid durante 40 años, dio el paso de dedicar su vida a la oración con Dios hace un par de meses, razón por la que ingresó en la orden de las monjas Cistercienses del monasterio de Gradefes, cenobio que hace ocho años no recibía una nueva monja y cuya penúltima vocación han pasado ya 18. La decisión ha supuesto dejar su profesión de enfermera, trabajo que durante los últimos tres años ejercía en una residencia de mayores de la institución teresiana. Su profesión ha estado ligada al trabajo de ATS en hospitales.

Jesucristo, que siempre ha estado muy presente en su vida, es el ‘responsable’ de la decisión de Isabel Nieto. «Todo lo que he hecho se lo he encomendado a él. A mí Jesús y el Evangelio me entusiasman», asegura. No obstante, reconoce que la muerte de su madre también ha influido en su ingreso en el Císter de Gradefes. Nieto se encontraba sola desde entonces: «He tenido a mi madre que estuvo siempre enferma y la primera misión que tenía era cuidarla a ella. Fue cuando me quedé sola cuando me planteé qué hacer». En esta reflexión un día se dijo que Madrid la agobiaba y el trabajo le estresada. «Lo dejé todo y un gran amigo, el padre Luis, me recomendó venir a este a comunidad», relata.

Así que en el puente de mayo de 2013 se presentó en el monasterio de Gradefes para conocerlo y tener un primer acercamiento con la comunidad de religiosas. En agosto vivió una nueva experiencia ya dentro de las instalaciones y ya «en septiembre dije en el trabajo que lo dejaba y les di tiempo para que pudieran buscar a otra persona».

El cambio de vida responde a «una forma de buscar un mayor acercamiento a Dios. Esto es un paso y a partir de aquí comienza un largo camino que hay que recorrer». Las personas mayores de su residencia y el equipo de profesionales mostraron mucha pena cuando Isabel Nieto les comunicó la noticia. «Les dije ‘me voy y en mayo vuelvo’. Y esperaban que regresara, pero, al final todos están muy contentos de que yo haya dado este paso».

Reconoce que no ha sido fácil tomar la decisión, ya que, si bien no se considera muy mundana, reconoce que el mundo exterior te llama. «Pierdes la libertad que tenían antes. Y como me decía una hermana que vino a verme: perdemos nuestra nómina. Pero todo lo haces porque quieres seguir a Dios. Si no, no tendría sentido una vida como esta». La ahora hermana Isabel precisa que en los seis meses que lleva en el monasterio «me voy conociendo más a mí misma».

Respecto a lo que espera a partir de ahora, destaca que es una forma de empezar a conocer mejor a Dios y seguirle más. «Este conocimiento me irá diciendo otro modos de vivir aquí. Ya que pienso que hay que trasmitir la fe, que es algo que no se puede quedar para uno mismo».

Otro de los aspectos que destaca la hermana Isabel es que clausura ya no es una situación tan hermética como antes. La gente viene a visitarles y mantienen un contacto y un acercamiento.

La madre abadesa, Visitación Pacho, dice que desde el interior del monasterio cada día se reza por toda la humanidad para que «llegue a la salvación y por su bien. Nuestra misión es la oración». La llegada de la nueva monja ha supuesto una gran alegría apunta la madre abadesa. Visi, que es como quieren que la llamen, explica que siempre ha habido alguna vocación en el monasterio, pero han terminado en renuncias, ya que no han logrado superar un periodo de adaptación. «Es una acuerdo de dos partes. La persona que desea incorporarse a la comunidad tiene que estar convencida del paso que y, a la vez, la comunidad tiene que aceptarla».

El ingreso en la orden supone unos trámites. El primero, llamado de hospedería, es el primer contacto para conocer la comunidad. Posteriormente, entra en el monasterio para conocer al resto de las hermanas. El siguiente paso es ingresar como postulante en el monasterio. Finalmente la monja toma los hábitos. La hermana Isabel ya ha completado estas fases y se muestra muy feliz e ilusionada con este paso tan importante dado en su vida. La felicidad es mutua, señala la abadesa, también de la comunidad hacia Isabel.