El visitante se envuelve en los sonidos del parque y asiste a un filandón virtual

Una de las estancias más especiales es la antigua capilla del palacio. En ella se ha creado una zona, denominada los Sonidos de Babia y Luna , en la se reproduce la banda sonora de este espacio natural. El aullido de un lobo, el sonido del agua, los cencerros del ganado o el galopar de un caballo son algunos de estos sonidos en los que se atrapa al visitante y se le transporta sensorialmente a los distintos rincones del parque. Para acompañar este ‘mar’ de ruidos se ha instalado una exposición pictórica de la artista Maite Mutuberría, que representa en madera las estampas de Babia y Luna.

Otro de los lugares más especiales es la sala de audiovisuales, en la planta baja. En ella se representa un filandón con dos personajes virtuales y varias maquetas que charlan en babiano. El visitante es un vecino más que presencia una nevada en plena noche y se adentra en una casa para sentarse al calor del fuego y de conversaciones indiscretas, pero no pasa nada ya que «el fumo se lo lleva todo y no lo cuenta quien no debe», sentencia la paisana.