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León

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Carta te escribo martín Martínez

Querido hermano: Soy —quizás por deformación profesional— un fiel seguidor de la sección «Cartas al Director». Leyéndolas se aprenden muchas cosas. Con bastante asiduidad aparecen las que sus remitentes muestran agradecimiento a tal o cual doctor, o doctora; enfermera o enfermero; celador o celadora; personal en general. La sensación que uno percibe y la conclusión que saca de su lectura es que los leoneses disfrutamos de una sanidad, de una medicina como la mejor del mundo.

Esa percepción que destilan las cartas, a uno se le convirtió en realidad desde el mes de julio del pasado año, ahora hace doce meses, aunque ya tenía consciencia de ello. Pero, de entonces a esta fecha he comprobado la veracidad de tal aserto con la bondad y profesionalidad del equipo humano del hospital leonés.

Por lo cual, hermano, esta carta que te escribo ha de ser un canto, alabanza y loa a esos centenares de personas con los que te encuentras durante un año de visitas continuadas y periodos de hospitalización. Que la atención sanitaria en España y en León particularmente es de las mejores, por no decir la mejor del mundo, es una realidad. Comprobado personalmente; y si quieres pregunta a los extranjeros que hacen vacaciones sanitarias.

Por ello, a través de esta que te dirijo quiero dejar constancia de mi gratitud por el trato exquisito y profesional que me ha dispensado la plantilla del hospital leonés. En primer lugar a mi querida Luisina que me resolvía con eficacia las muchas cuestiones burocráticas, ese papeleo que tanto nos aturulla a los mayores.

Mi agradecimiento a la Dra. Ester Fernández y al Dr. Alberto Morán dos internistas como la copa de un pino que me aguantaron un mes en su quinta planta.

Mi agradecimiento a la Dra. Pilar Diz, mi oncóloga, galleguita ella que al principio, haciendo honor a su origen, estaba en el descansillo; enseguida vi que lo que hacía era subir permanentemente, con una sensibilidad fuera de lo común.

Quede mi agradecimiento al equipo de cirugía oncológica del tórax del Hospital Universitario de Salamanca con especial reconocimiento a los doctores José Luis Aranda y Nuria Novoa que supieron insuflar ánimo y confianza a quien iban a extirpar un pulmón.

Mi agradecimiento a la Dra. Cristina Fernández y su equipo de Cirugía General que el pasado día 8 de mayo hicieron una labor de bolillo y me han dejado el costurón abdominal como si fuera un bello festón de bordura.

Mi agradecimiento a esa legión de enfermeras, auxiliares, analistas, dispensadoras de quimio (Ludi y Marta) y cuidadoras que con vocación ejercen su trabajo en planta o allá donde se les demanda.

Y como uno tiene más frentes abiertos para una guerra que está ganando gracias a todos ellos, cierro hermano, con el agradecimiento a la hematóloga Dra. De las Heras que intenta eliminar mi «mala sangre»; y a la Dra. Del Blanco que se encarga de las cañerías sanguíneas. A todos gracias; y a ti por aguantarme. Cuídate, hermano.

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