Diario de León

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«Ojalá la gente fuera tan unida como las ovejas»

La ganadera Violeta Alegre recibe el premio emprendedora de la Fundación Vista Linda

Violeta Alegre custodiada por sus mastienes mientras lleva a las ovejas a pastar en el puerto

Violeta Alegre custodiada por sus mastienes mientras lleva a las ovejas a pastar en el puerto

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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Violeta Alegre es la única mujer que guarda un hatajo de ovejas en los puertos de montaña y la primera en acceder a la titularidad compartida. Este año recibe el premio como ganadera emprendedora de la Fundación Vista Linda en la fiesta del Pastor de Barrios de Luna.

«Mi marido dice que ahora mando más, pero no es verdad. La única diferencia está en los papeles: ahora mi firma vale igual que la suya». Violeta Alegre es la primera leonesa que accedió a la titularidad compartida de su explotación después de 28 años de matrimonio y de trabajar codo con codo con su marido en la majada y en el campo. Y en los puertos de alta montaña donde pastorea un hatajo de ovejas en verano.

Estos son los méritos que ha valorado la Fundación Vista Linda, de Nueva Zelanda, para concederle el premio al ganadero emprendedor que, por tercera edición, se entregará el domingo en el marco de la fiesta del Pastor de Barrios de Luna.

Violeta Alegre se ha ganado «a pulso» la igualdad legal, aprendiendo el oficio desde cero tras casarse con Gregorio Fidalgo. Con él, compartía las faenas de la majada, el pastoreo por el campo, la paridera... y los quebraderos de cabeza del papeleo. Pero no tenía potestad legal sobre la explotación. Hace un año y medio, después de otro de trámites, consiguieron ser iguales de hecho y de derecho.

Como cada verano, desde hace diez, Violeta Alegre subió a los puertos de Abelgas con el hatajo de merinas blancas y negras. Al principio, sus amigas le preguntaban: ¿No tienes miedo? ¿No te aburres?... ¿Cómo aguantas? «La verdad, cuenta ella, es que nunca he tenido miedo. Se me hace largo el rato entre las tres y las siete de la tarde, pero cada verano se me pasa más rápido», comenta.

Aburrirse, aburrirse, no mucho. Siempre tiene algún entretenimiento. Escucha la radio, lee, hace punto de cruz... y, desde hace unos meses, da los buenos días cada mañana a las 640 amistades que siguen el perfil de Ganadería Fial —Fidalgo y Alegre— en Facebook. «Este verano ha subido mucha gente a verme gracias al facebook. Gente de Málaga, de Madrid... me han acompañado y les encantó», explica.

A través de la red social ha conocido a mucha gente, del mundo de la ganadería y de los mastines. «Muchos se hacían de cruces cuando se enteraban de que soy una mujer... ¿Cómo puede ser que seas mujer y estés ahí arriba con las ovejas?», le decían. En la red, intercambian información sobre las diferentes formas de pastoreo y de manejo del ganado en cada zona. La tecnología se ha convertido en una aliada para estos oficios solitarios.

A Violeta, lo que más le ha pesado en estos años en los puertos es la distancia y la atadura que supone el ganado en momentos puntuales de la vida. Ella recuerda el verano que su madre enfermó y estuvo hospitalizada. «Y yo aquí arriba, sin poder hacer nada», apunta. A su madre y a su padre les quiere dedicar el premio. «Ojalá me pudieran ver ellos el domingo», comenta.

No era fácil hacerse al monte y menos para alguien que «nunca había visto las ovejas». Con su voluntad y la ayuda de su suegro, que la acompañó en los primeros veranos, lo consiguió. Tiene buena relación con los pastores que están cerca de ella y cuando hay tormentas procura ponerse a resguardo y aguantar.

Es tan perfeccionista con su trabajo como con las fotos que hace del rebaño y los mastines. Y no hay nada que le guste más que cuando «la gente te dice: ¡Qué gordas están!. La satisfacción de hacer bien tu trabajo y haber empleado bien tu tiempo en ellas», precisa.

De las ovejas también podrían aprender las personas y no por aquello tan manido de comportarse como borregas. «Las ovejas son muy turrionas , donde va una van todas. Tal vez, los humanos deberíamos ir más unidos, para lo bueno y para lo malo».

En su rebaño no hay una oveja negra, sino muchas. Cerca de 400. Son la mayor ganadería de ganado lanar negro que hay en España. «La otra que había se fue para Portugal porque allí mantienen las ayudas. Aquí se acabó el dinero, pero para nosotros son todas iguales, estamos muy orgullosos de ellas».

Violeta Alegre se siente muy unida a sus perros. «Sin ellos no podría salir», matiza. La acompañan una docena de mastines y dos careas. Pochola, una mastina, es su preferida desde que este verano perdió al carea. «El carea es indispensable y los mastines te dan mucho amor y compañía. Yo tengo dos que nunca se separan de mí. Y si me olvido el abrigo quedan allí con él hasta que yo voy».

Cuando se enteró de que había sido elegida para el premio, lo primero que dijo fue: «Pues a ver con quien dejo el ganado para ir a recogerlo...», comenta Manuel Rodríguez Pascual, pastor mayor de Barrios de Luna y miembro del jurado.

El premio está dotado con 500 euros y un diploma y pretende «ensalzar la labor de los pastores jóvenes, motivarles y elevar su autoestima pues son la semilla que nos queda para que este oficio continúe», precisó el autor de libros como La trashumancia: cultura, cañadas y viajes . Los otros dos jurados y pastores mayores son Ángel Ruiz Mantecón, del CSIC, y Román Álvarez Rodríguez, catedrático de Filología Inglesa en la Universidad de Salamanca.

El premio es el colofón a un verano con buen tiempo y sin lobos y sobre todo a una trayectoria de tesón y sacrificio. Siempre con las botas puestas y protegida por la bisera o por el paraguas. La vida de los pastores.

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