TRADICIÓN
La Griega muele al fin... un filandón
Relatos, música y la legendaria leonesa amenizaron la velada en homenaje a los molinos del Órbigo en El Reguero Moro. Como el grano salía transformado en harina tras su roce con las piedras del molino, los cuentos y la música, las leyendas y la cena dieron lugar a un filandón muy molinero en Villoria
La Griega molió por fin. La giganta leonesa llegó hasta el viejo molino de El Reguero Moro, en Villoria de Órbigo, y, puso su grano de leyenda en la piedra de moler. El resultado no fue harina sino un filandón muy animado que terminó con muchas risas y chistes picantes, como las veladas de antaño en torno al hogar.
Medio centenar de personas degustaron el sabroso e innovador menú mediterráneo-leonés de Xavi y las historias de molinos, molineras y de sopas, de sapitos, que desgranaron Manuela Bodas, Ricardo Chao, Mercedes G. Rojo, Jesús Quintano, Ana Gaitero y Helena García Fraile.
El molino recuperó el antiguo eco de la molienda gracias a las buenas artes de Eugenio, del grupo musical L’Arcu la Vieya. Armado de tabla de lavar y frotando en círculos sobre ella al ritmo adecuado recrea el vaivén molendero con su característico sonido.
La música, y la enorme voz de Yolanda Martínez en los cánticos, fue el condimento idóneo para poner la chispa a la retahíla de historias que se dieron cita, cual sacos de trigo, en este tercer filandón organizado por el Ayuntamiento de Villarejo de Órbigo en el restaurante a camino entre Veguellina y Villoria de Órbigo.
La ruta de los Molinos del Órbigo fue el hilo conductor del filandón que, bajo la dirección de la bibliotecaria Helena García Fraile, rindió homenaje a los numerosos ingenios harineros que funcionaron, y aún muelen grano, a ambos márgenes del río y en la presa Cerrajera que llegó a tener unos veinte.
Fue Ricardo Chao quien trajo a la Griega, una señora muy leonesa. El historiador contó la leyenda de la gigantesca mujer que fundó molinos a lo largo y ancho de la provincia, pero ninguno llegó a funcionar. Ella que era capaz de llevar las aguas hasta en su mandil nunca pudo moler y eso que siempre decía: «Quiera Dios o no quiera, esta noche ha de moler, el molino de la griega». La bárbara mujer, grande entre los personajes de la mitología leonesa, se empeñaba en moler sin el permiso divino y, según cuentan las versiones de la leyenda, su empeño era destruido catastróficamente.
El filandón resultó de lo más entretenido y hasta jocoso. Una mujer de Alcoba recordó su infancia en el molino del pueblo cuando, en primavera, bajaban las mujeres a lavar la ropa del invierno en la presa y los consejos del molinero.