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INVESTIGACIÓN

El CSIC: el incremento del regadío favorece el aumento de topillos

Una investigación de siete años afirma que el roedor ha colonizado la comunidad en dos décadas

Hace veinte años el hábitat del roedor estaba delimitado en zonas de montaña

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León

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha elaborado un informe en el que se pone de manifiesto que el incremento de la superficie de regadío y, de forma especial, de las explotaciones de alfalfa, provocó la colonización de los topillos de toda Castilla y León.

En dicho informe, dirigido por el biólogo Francois R.Mougeot y que ha sido publicado en la revista ‘Biological Invasions’ tras un trabajo de más de siete años, se argumenta que hasta finales de los años 70 del pasado siglo el hábitat de este roedor estaba limitado a las zonas de montaña, pero en tan solo 20 años, la especie ha colonizado varios millones de hectáreas.

Al mismo tiempo, Mougeotadelantó que el CSIC lleva tiempo trabajando en otro informe sobre las causas que provocan las plagas de estos roedores y aseguró que, aunque aún es pronto para determinarlo con exactitud, «dado que sólo hemos podido conocer en profundidad el comportamiento de estos animales en dos plagas», explicó que las variaciones climáticas, con un incremento de la humedad en abril y mayo, unido a temperaturas más suaves durante el invierno, puede ser uno de los principales factores».

En el informe también se apunta que la mayor presencia de este roedor, además de provocar daños a la agricultura, ha contribuido a la transmisión de enfermedades en humanos como la tularemia, propia de pequeños roedores y que en el hombre puede provocar fiebre alta, inflamación de los ganglios linfáticos, vómitos y diarrea.

El científico explicó que aunque puede ser una enfermedad provocada por otros animales como las liebre, los conejos o lo cangrejos, «cuando nos enfrentamos a plagas con más de mil topillos por hectárea, estos animales amplifican la posibilidad de que la tularemia afecte a humanos». Mougeot asegura que «aún nos falta mucho por aprender» para poder predecir las plagas y para poder actuar de una forma más eficaz y sin dañar la diversidad. En este sentido explicó que todavía no hay estudios definitivos que confirme la eficacia de cada método, por lo que de momento lo mejor es minimizar el uso de venenos y recurrir a la limpieza de cunetas y al arado en profundidad. Desde la aparición de la plaga de 2007 los responsables de la Junta han cambiado su forma de actuar radicalmente y «ahora están más abiertos al diálogo y son más receptivos a opiniones de otros científicos».