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Levantan el dispositivo de la finca del detenido sin rastro de las manos de Denise Thiem

Los análisis confirman que los huesos hallados hace unos días en la zona son de algún animal.

El dispositivo policial se levantó ayer aunque la casa del detenido sigue acordonada.

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a.g. valencia/ M.Á. Zamora | castrillo de los polvazares
León

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La localización de las manos de Denise Thiem, que podrían resultar claves para saber si la víctima tuvo posibilidades de defenderse de su agresor, se complica. El dispositivo, que durante toda la jornada del lunes se desplegó en los alrededores y en la finca del autor confeso de la muerte de la peregrina, Miguel Ángel Muñoz Blas, ayer ya se había levantado sin tener aún rastro de estos restos. No obstante, según apuntaron algunas fuentes, se sondearán otras zonas con la esperanza de que las manos aparezcan y puedan cerrarse los flecos todavía pendientes.

El hallazgo puede resultar muy costoso, incluso se valora la posibilidad de que no aparezcan, debido a que ya ha pasado mucho tiempo, al parecer fueron seccionadas y enterradas a principio de abril, y por la presencia de animales salvajes en la zona. A estos extremos se suma el apuntado ayer por Rosario Martínez, la abogada de oficio que asistió al detenido durante los primeros días. Al hilo, la letrada reconoció que Miguel Ángel M.B., confesó que había enterrado las manos en el entorno —fuera de la finca— en una zona, que «no supo delimitar», continuó la abogada, de unos doce metros por dos, «un lugar sobre el que quizá ahora ya no sabría orientarse», explicó. Una realidad que puede dificultar aún más su localización.

Mientras la investigación continúa, ayer también se conoció que los análisis ya han confirmado que los huesos encontrados la semana pasada en la finca del detenido son en realidad de algún animal, pese a que en un principio se valoró que pudieran pertenecer a las manos de la víctima.

Por otro lado, la letrada explicó que a ella el autor confeso de la muerte de Denise no le especificó ningún otro punto donde pudiera haber arrojado las manos, que «le seccionó por miedo a que le incriminaran», argumentó Martínez, que sin embargo si cree que el arrepentimiento del hombre «sea sincero». A diferencia de las manos, el detenido sí precisó con exactitud el punto donde había dejado el cadáver o el destino de otros efectos del crimen, como la mochila o un ipad que fueron tirados al contenedor o como la ropa de la peregrina, que Miguel Ángel Muñoz confesó que había quemado.

La casa del autor confeso continúa acordonada, aunque ayer ya podía accederse a las inmediaciones, donde el detenido sorprendió a la peregrina, sin que aún haya trascendido el móvil del crimen. Martínez se inclina por el robo, que «pudo derivar en una situación que Muñoz no supo controlar», explicó la letrada.

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