El sacerdote de los pueblos y los mineros
En su primer saludo a los diocesanos, Juan Antonio Menéndez presume de su condición rural. «Nací en una pequeña aldea y vuestra realidad social no me resulta extraña», asegura, haciendo un guiño a las zonas mineras, donde ya ha ejercido el ministerio. «Son dos sectores que desde hace años sufren una transformación que dejan tras de sí situaciones dolorosas en las familias, las personas y en los pueblos», por eso su primer ofrecimiento como prelado asturicense va dirigido a aportar su colaboración a las autoridades políticas y sociales «para buscar un futuro mejor».
Es conocedor de la diócesis que comienza a capitanear. Astorga ha sido una de sus paradas en los últimos años. A los sacerdotes les pide generosidad y les ofrece su mano amiga y compañera y a los fieles les tiende su oración y apoyo, especialmente a las familias, los jóvenes y los enfermos. «Es tiempo de caminar», asegura.