NUEVO OBISPO EN ASTORGA
Menéndez apela a una colaboración «fluida» e «independiente» en favor de los ciudadanos
El nuevo obispo toma posesión del cargo y se convierte en el pastor 137 de la demarcación eclesiástica El prelado se marca en su hoja de ruta «escuchar, comprender, ayudar y orientar; en definitiva, amar»
Una Diócesis y una ciudad volcada. Un día histórico para Astorga, que ayer abrazó la toma posesión de su nuevo obispo, Juan Antonio Menéndez, hasta ahora prelado auxiliar de Oviedo. El repique constante de las campanas de la catedral ya anunciaban una jornada festiva. Una cita que no se celebraba en la capital maragata, cabeza de Obispado, desde hacía veinte años. En su primera intervención como obispo asturicense, Menéndez tendió la mano a las administraciones y a los políticos para trabajar en beneficio de los ciudadanos.
Con emoción, sobre las once y media de la mañana, el grupo de maragatos, ataviados con el traje típico, formaron un pasillo a las puertas del Seminario, de donde salió el obispo, acompañado del nuncio, Renzo Fratini, del ya prelado emérito de Astorga, Camilo Lorenzo, del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y de el vicario general, Marcos Lobato. En la recepción del obispo, antes de emprender el camino hacia la catedral, los maragatos hicieron sonar el himno de España con la flauta y el tamboril. Guiados por los pendones de Fontoria de Cepeda y Sopeña y Carneros, la comitiva, arropada por un nutrido grupo de vecinos, llegó a la puerta principal del templo. Antes de abrirse, se entonó con la gaita ‘Asturias patria querida’, en honor al origen del nuevo prelado.
En el interior, Menéndez besó el Lignum Crucis, que le entregó el deán, Miguel Sánchez Ruíz, y recibió la bienvenida del alcalde, Arsenio García. La comitiva siguió y tras un momento de oración íntima en la capilla del Santísimo comenzó la ceremonia.
Una treintena de obispos, entre ellos el cardenal presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, el secretario de la entidad, Gil Tamayo, o el prelado de León arroparon al nuevo obispo de Astorga. Los altos cargos se colocaron en el altar, junto al nuncio y otras autoridades eclesiásticas para ser testigos de la toma de posesión, a la que también asistieron centenares de ciudadanos, dejando a la catedral pequeña ante tanta expectación.
Fratini fue el encargado de presidir el comienzo de la Eucaristía y tras él, el vicario de la Diócesis saludó a los allí reunidos. Lobato recordó que «cada silencio, el folklore y todas las sonrisas son palabras de bienvenida para el nuevo obispo», explicándole que Astorga es una diócesis de «gentes buenas, nobles y entregadas». El que durante las últimas semanas también ha sido administrador diocesano señaló que la iglesia maragata tiene el sabor añejo de una larga historia enclavada en los primeros años del cristianismo. Así es que Juan Antonio Menéndez es el obispo número 137.
«Le esperábamos impacientes», continuó Lobato, subrayando que «trae la mirada limpia y la mochila preparada para recorrer los 12.000 kilómetros cuadrados de la Diócesis». Además, prometió trabajar en unidad. «Reciba, señor obispo, las llaves de nuestra diócesis y de nuestras parroquias», terminó.
Justo después el nuncio mandó la lectura de las ‘letras apostólicas’ del nombramiento del nuevo obispo, recordándole, en palabras del papa Francisco, que «debe esforzarse en vivir como Cristo lo hizo y en amar como él». Así, llegó el momento central. El nuncio le entregó el báculo y se fundieron en un abrazo.
Tras la toma de posesión de la Diócesis, el nuevo obispo, siguió presidiendo la misa. En la homilía, Menéndez apeló a la colaboración institucional «de forma fluida, independiente y de respeto mutuo». Además, planteó que su hoja de ruta se basará en escuchar, comprender ayudar y orientar, «en definitiva, en amar», recordando que el cargo que asume «es un servicio de amor».
El prelado se puso delante de los diocesanos para manifestarles que «estoy aquí para hacer la voluntad de Dios, el único camino para actuar con justicia», sin olvidarse de abrir su corazón y sus medios a todos los vecinos de la Diócesis. «Prometo dedicarme en cuerpo y alma a todos y cada uno de los diocesanos», afirmó.
Menéndez garantizó que será testigo de la fe y aseguró que ya es un vecino más de la ciudad. «Me siento un astorgano asturiano», se definió, haciendo alarde de sus orígenes. En la homilía, el prelado puntualizó que desde Astorga estará cerca de todas las zonas de la Diócesis, dedicando también su entrega a los zamoranos, a los bercianos y teniendo unas palabras en gallego para los diocesanos de la provincia de Ourense. «A todos os prometo estar muy cerca y colaborar con las autoridades en la consecución del bien común, la justicia y la paz».
Menéndez es un obispo bregado en el mundo rural y próximo a los mineros. Él fue, en 2013, el primer obispo español nombrado por el papa Francisco.
Después de la homilía, la misa, cantada por la Coral Excelsior, continuó con normalidad. Al finalizar la Eucaristía, a la que también asistieron familiares, allegados, paisanos y decenas de sacerdotes de la diócesis, Menéndez recorrió la catedral saludando a los ciudadanos y recibiendo todo el cariño brindado.