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La historia de una cuenca, más allá de lo económico

Entrada de mineros al grupo. norberto

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León

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«Si el Gobierno quiere hablar de cierres, hablemos de cómo hacerlo ordenadamente. Si apuesta por mantener las minas rentables, discutamos cómo lograrlo». Era la propuesta de Antonio del Valle, presidente de la Hullera Vasco Leonesa, cuando en 2012 las dificultades del sector se agravaban. Ayer el consejo de administración puso fin a una historia más que centenaria. La sociedad se constituyó en octubre de 1893, sufrió los desastres de la Guerra Civil y poco después inició un nuevo período con la llegada de Emilio del Valle, que en 1942 se convierte en el principal accionista y traslada la sede social de Bilbao a León. La familia Del Valle ha estado al frente de la compañía desde entonces.

Poco después se fusionaron los cotos de Matallana, Ciñera y Santa Lucía; y en 1953 Antonio del Valle Menéndez toma las riendas de la dirección general. Desde entonces se contruyó la planta de cemento y poco después la central térmica. En 1966 la compañía se hace con el 50% de Hulleras de Sabero. En 1985 cierra el grupo Matallana y centra su actividad en Santa Lucía. Ya entonces se comienza a hablar de la Nueva Mina, cuyas obras comenzaron en 1990 para asegurar el futuro de la compañía. Desde entonces se han invertido en este empeño 465 millones de euros. Sin embargo, en 1996 el Plan del Carbón, y los que le siguieron después, marcaron el inicio de la reducción de actividad.

La labor de la Vasco en la cuenca ha tenido una gran trascendencia social, volcándose especialmente en la vivienda y la enseñanza. En 1930 se construyeron viviendas, un hospital y un cuartel de la Guardia Civil, además de cinco economatos para «evitar abusos con los obreros». En 1913 se creó una escuela para niñas en Santa Lucía y después le siguieron el colegio de esa localidad, el patronato escolar, la escuela de formación profesional del Buen Suceso en La Robla, el colegio Santa Bárbara o la escuel hogar de Ciñera.

En 1963 se crea la Fundación Laboral Emilio del Valle. Tampoco se descuidó el ocio. De la mano de la empresa minera los pueblos de la montaña contaron con casino en Santa Lucía, campo de fútbol en Ciñera, una ciudad residencial de vacaciones en Perlora, salas de cine,... Incluso la empresa asumió la concesión de préstamos a los trabajadores para la compra de viviendas.

Ahora, 123 años de vida y tres generaciones Del Valle al frente, la historia se corta.