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Una investigación geológica de alcance internacional

Señales magnéticas en La Cabrera

Las rocas volcánicas de la comarca leonesa aportan información relevante sobre la orogénesis que produjo la curvatura de una franja de 3.000 kilómetros entre el noroeste de España y el sudeste de Irlanda

Una imagen panorámica del macizo volcánico de Truchas, sobre el que se asienta el castillo de Valdavido. J.F.L.

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León

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A. Domingo | Redacción

El magnetismo de la comarca de La Cabrera y del Teleno y su sierra es aún más antiguo que el que llevó a los romanos a adorar al monte que nombra la sierra. En concreto, la zona conserva la señal magnética de hace 300 millones de años en sus rocas volcánicas, que ha despertado el interés científico, añadido ahora a su valores naturales y etnográficos.

Así lo publica la revista internacional especializada en geología Tectonophysis, en el ensayo Nuevos datos cinemáticos sobre el oroclinal cantábrico: Un estudio paleomagnético de los sinclinales y Truchas y Peñalba, en el noroeste peninsular, que explica una investigación conjunta de las universidades de Salamanca y Utrecht (Holanda), en el que se han analizado 320 muestras de roca volcánica recogidas en la comarca y caliza obtenida entre Peñalba de Santiago y Ponferrada.

De la señal paleomagnética que conservan estas rocas se deduce que La Cabrera rotó 60 grados en el sentido contrario a las agujas del reloj para adquirir su situación actual, dentro de un proceso que afecta a Europa de norte a sur, a la formación de cordilleras —orogénesis— desde el sudeste de Irlanda a la Cordillera Ibérica, pasando por el norte de Francia —en la zona de Bretaña— y cuyo núcleo se sitúa en la Cordillera Cantábrica.

La investigación corrió a cargo de Javier Fernández Lozano, Gabriel Gutiérrez-Alonso y Piedad Franco —los tres, del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca— y de Daniel Pastor Galán —del Laboratorio Paleomagnético Fort Hoofddijk, de la Universidad de Utrech—.

Los investigadores concluyen que La Cabrera es uno de los puntos de Europa donde los científicos pueden obtener información relevante a propósito de este plegamiento, que supuso una curvatura de las cordilleras formadas a lo largo de 3.000 kilómetros de la actual Europa.

Javier Fernández Lozano, originario de Castrocontrigo, explicó que el territorio que pisamos se formó hace 460 millones de años, a consecuencia de la fragmentación del continente denominado Gondwana y se encontraba bajo el mar. Registraba una importante actividad volcánica submarina, similar a la de Gran Canaria, con las erupciones registradas en El Hierro.

La Cabrera es uno de los puntos en los que afloran las rocas volcánicas —tobas—, procedentes de una lava «de acidez intermedia y muy viscosa, lo que producía explosiones muy violentas, tanto como las que se produjeron en el Vesubio y acabaron con la ciudad romana de Pompeya», explicó Fernández Lozano, que recuerda que en ésta catástrofe pereció Plinio el Viejo, «que visitó las explotaciones romanas de oro en León».

El afloramiento de las tobas convierte a La Cabrera en uno de los puntos en los que se puede medir un proceso geológico que afecta a tres países, de ahí que «en 2013 se reunieran en Salamanca, en un congreso internacional, los mayores expertos del mundo en este tema».

Las rocas volcánicas se formaron con las erupciones de hace 460 millones de años. La lava se depositó y mezcló con otros minerales, entre éstos, algunos de propiedades magnéticas, que registraron el norte geográfico de entonces. Las rocas se magnetizaron durante el giro de hace 300 millones de años, cuando se produjo el curvamiento, en función del nuevo eje magnético, que, para entonces, había variado, explicó el geólogo leonés.

El curvamiento se produce en el Carbonífero superior, periodo en el que se forma «todo el carbón de León y Asturias, tan de actualidad, desgraciadamente», por la problemática situación de las empresas mineras.