Cinco meses de incógnitas

Las primeras alarmas de la desaparición de Denise saltaron el 5 de abril de 2015 cuando dejó de comunicarse con su familia de Phoenix (Arizona), con la que mantenía contacto regular a través de mail o de Skype, y también cuando se dejaron de percibir movimientos en sus cuentas, de las que cada semana sacaba 50 euros para afrontar su trayecto a Santiago. De hecho, su último correo a una amiga, un día antes de su desaparición, confirmaba que pasó la noche en un albergue de Astorga y que entre sus planes estaba dirigirse a la localidad de El Ganso. La última persona que la vio fue un caminante italiano que compartió un café con ella cerca de la Catedral de Astorga ese mismo día. Luego, los pasos de Denise se esfuman. Alertado por su desaparición, su hermano Cedric se desplaza a Astorga y comienzan los rastreos y las batidas por la zona, tanto por parte de la Policía Nacional como de la Guardia Civil. También se organizan cada fin de semana búsquedas ciudadanas en las que participan voluntarios convocados a través de las redes sociales.