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Hopsteiner aboga por aumentar el nivel de mecanización del lúpulo

El director general en España propone un cambio para el sector «lento, pero seguro».

José Antonio Magadán, en su despacho de Villanueva. JESÚS

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León

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A. Domingo | Villanueva

Desde que la multinacional Hopsteiner puso la mirada en la Sociedad Anónima Española de Fomento del Lúpulo —conocida como la SAE, de la que adquirió el 80% de la acciones—, las noticias sobre el cultivo del lúpulo y su futuro se han sucedido. La actividad, que parecía contraerse campaña tras campaña, se convirtió desde entonces en un sector «con un ilusionante proyecto», señalaba ayer el director general de Hopsteiner España, José Antonio Magadán, que aseguró que la llegada de la lupulera americana permitió al sector «salir de una situación de estancamiento, con limitaciones tanto desde el punto de vista agronómico como tecnológico».

La aventura española de la lupulera es «una apuesta impresionante», a la que pondrán cifras los estudios que realiza la multinacional en lo que se refiere a inversión tecnológica y a cambio de variedades, en la que será necesario «ir paso a paso». El cambio ha comenzado, «pero debemos gestionar la ilusión que ha despertado para que sea tranquilo, sin sobresaltos», pues «de nada sirve ganar en superficie de cultivo para que luego la perdamos. Debe perdurar en el tiempo», para mantener esa garantía de suministro de la que hace gala el sector en León.

Dentro del cambio que precisa el lúpulo español para competir en el mercado internacional, el director de Hospteiner-España destaca la necesidad de «aumentar la mecanización en las explotaciones. Algunas operaciones como el entutorado sólo pueden ser manuales, pero en otras hay que reducir al máximo la manipulación al máximo. Así se gana en competitividad, porque permite trabajar con más plantas».

El procesado del lúpulo «es la mayor debilidad, porque las instalaciones, las peladoras, son antiguas y no tienen tanta eficacia. En el secado es muy importante cumplir los altos requerimientos de calidad que exige el mercado, más aún si el futuro pasa por las variedades aromáticas». La mejora en el manejo de la explotación es otra clave parta que el lúpulo leonés triunfe. Es aquí donde se hace imprescindible «una labor formativa, destinada a los cultivadores.

Sólo de esta manera, el lúpulo español «pasará de jugar en una liga local a las grandes ligas». Pero habrá que tener algo de paciencia, ya que el lúpulo no da una primera cosecha hasta tres años después de su plantación en parcela. Los ensayos han comenzado este año y «quizá para 2018 tengamos ya algún resultado que nos permita enfocar un cambio varietal paulatino. Un cambio lento, pero seguro.

El último cambio varietal en España se produjo en 1995, por lo que las variedades que se producen «se han quedado en tierra de nadie». Magadán apunta que las variedades «más interesantes de lúpulo tienen patente», lo que dificultaba la renovación del sector en León y que ahora posibilita Hopsteiner.

La superficie que pueda ganarse al cultivo «se verá con el tiempo». Hospteiner quiere que ese incremento «perdure, se mantenga en el tiempo. De nada nos si luego hay que retroceder».

La meta para Hopsteiner y los lupuleros pasa de abastecer a las cerveceras nacionales a salir al mercado internacional, algo que ya ha sucedido el año pasado, cuando parte de la cosecha se exportó.